sábado, 9 de marzo de 2013


“JUICIO   VENIDERO”

 

A.t. (Isaiah   55: 1-9; N.T.  (1. Corintios 10: 1-13); Salmos  63: 1-8;  Evangelios (San  Lucas 13: 1-9).

 

Luc 13:1  En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.

Luc 13:2  Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?

Luc 13:3  Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Luc 13:4  O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?

Luc 13:5  Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Luc 13:6  Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.

Luc 13:7  Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?

Luc 13:8  El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.

Luc 13:9  Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.

 

 

VERSÍCULOS 12:49, 13-35: EL JUICIO VENIDERO.

a)      Lucas nos da un par de historias que nos llaman al arrepentimiento (vv. 1-5), y una parábola que ilustra la paciencia y el amor de Dios (vv. 6-9). “Esta forma de colocar lado a lado ideas contrastantes es típicamente de Lucas, las unidades contrastantes que forman la paradoja del Evangelio... Lucas no destruye la severidad al infundir la gracia, ni destruye la gracia por infundir severidad" (Craddock, 167).

b)      Ambas historias (vv. 1-5) hacen un llamado al arrepentimiento, y “la parábola de la higuera identifica a los oyentes de Jesús como estando en la última estación de oportunidad para cambiar sus caminos” (Nolland).

c)      Los estudiosos tienden a ver las historias (vv. 1-5) llamando por una respuesta individual y la parábola (vv. 6-9) como llamando a que la nación y sus líderes (escribas, fariseos, y otros) den una respuesta (Bock, 239; Bailey, 74).

VERSÍCULOS 1-9: DOS HISTORIAS Y UNA PARÁBOLA.

d)      Lucas nos da un par de historias que nos llaman al arrepentimiento (vv. 1-5), y una parábola que ilustra la paciencia y el amor de Dios (vv. 6-9). “Esta forma de colocar lado a lado ideas contrastantes es típicamente de Lucas, las unidades contrastantes que forman la paradoja del Evangelio... Lucas no destruye la severidad al infundir la gracia, ni destruye la gracia por infundir severidad" (Craddock, 167).

e)      Ambas historias (vv. 1-5) hacen un llamado al arrepentimiento, y “la parábola de la higuera identifica a los oyentes de Jesús como estando en la última estación de oportunidad para cambiar sus caminos” (Nolland).

f)       Los estudiosos tienden a ver las historias (vv. 1-5) llamando por una respuesta individual y la parábola (vv. 6-9) como llamando a que la nación y sus líderes (escribas, fariseos, y otros) den una respuesta (Bock, 239; Bailey, 74).

 

VERSÍCULOS 1-5: ARREPENTIRSE O PERECER.

Luc 13:1  En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.

Luc 13:2  Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?

Luc 13:3  Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Luc 13:4  O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?

Luc 13:5  Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

 

a)      “Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los Galileos, cuya sangre Pilatos había mezclado con sus sacrificios” (v. 1). Las noticias en verdad son terribles. Los galileos vinieron al templo a hacer sus sacrificios, y los soldados de Pilatos los masacraron en ese santo lugar – profanaron el altar con sangre humana – y así mezclaron asesinato con sacrilegio. Imaginen un asesinato en su iglesia la mañana del domingo. Imaginen la alfombra empapada con sangre humana y mezclada con el vino que se usa para la Comunión. ¡Definitivamente impactante! No podemos corroborar este evento con fuentes seculares, pero sabemos que estaba de acuerdo con la brutal naturaleza que a veces exhibía Pilatos.

b)      “Estaban allí unos” (v. 1). Lucas no nos dice quiénes eran estas personas o por qué le cuentan a Jesús esta historia tan terrible. Lo más probable es que eran personas comunes y corrientes, que esperaban que Jesús le diera sentido a una situación absurda, y que les ayudara a ellos a entender por qué estos Galileos sufrieron algo tan terrible. ¿Habían violado alguna ley Romana? ¿Habían ofendido a Dios?

c)      Quienquiera que fueran, de cierto esperaban una respuesta empática de Jesús. En cualquier cultura de victimización (e Israel con razón se siente victimizada por Roma), historias como esta demandan una respuesta como “¿No es esto terrible?” Algunas respuestas aceptables van desde “¡Esos malvados romanos!” a “¡Ya no podemos tolerar esto! ¡Vamos a deshacernos de ellos¡”

d)      Jesús, sin embargo, responde de una manera completamente inesperada, diciendo “¿Pensáis que estos Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos? (v. 2). Aborda la presuposición no expresada de que, tal vez, esos galileos habían pecado gravemente, provocando el juicio de Dios.

e)      De hecho, a través del AT, y en la mente del pueblo de Israel, el pecado y el juicio están muy estrechamente relacionados. Es muy reconfortante creer que el sufrimiento es resultado del pecado, porque elimina la casualidad – explica el sufrimiento – y nos ofrece una manera de evitar los desastres que vemos caer sobre otros.

f)       “No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente” (v. 3). Jesús niega que los galileos sufrieran por causa de sus pecados, y llama a sus oyentes a arrepentirse a menos que sufran por los de ellos. La clave para entender esto es el llamado de Jesús al arrepentimiento. Lo que les pasó a los galileos es historia, y nada se puede hacer sobre eso. El destino de los oyentes de Jesús, sin embargo, sigue siendo negociable. Jesús no les condena, en su lugar les muestra el camino. Su propósito es redimir. Aunque no toda tragedia es el resultado del pecado, el pecado algunas veces lleva a la tragedia. Los oyentes de Jesús han pecado (como todos lo hemos hecho), y los llama a arrepentirse para que puedan escapar del desastre.

g)      Esta es una respuesta valiente. Ken Bailey dice que sus estudiantes del Medio Oriente, estudiando este pasaje, se admiran de que nadie haya atacado a Jesús físicamente ahí mismo. La gente en una cultura de victimización es santurrona y se resiste a la crítica. Al llamar al arrepentimiento, Jesús parece no simpatizar con la causa nacional, que no le importan las atrocidades cometidas por los romanos. En Nazarea, la gente del pueblo trató de matar a Jesús cuando habló bien de los gentiles (4:16-30). Lo mismo fácilmente podría haber pasado aquí (Bailey, Through Peasant Eye, 78-79).

h)      “O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén?” (v. 4). El estanque de Siloé está en Jerusalén (Jn. 9:7) y, probablemente, la torre de Siloé estaba muy cerca del estanque. El asunto es el mismo que en el primer ejemplo: ¿Acaso Dios escogió a estos dieciocho por sus pecados? Jesús cambia el debate sobre pecado/sufrimiento del contexto de sufrimiento a manos de los romanos y el sufrimiento a manos de Dios, de la masacre a “un acto de Dios”.

i)        “No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo” (v. 5). Esta es la misma respuesta que Jesús le dio a la primera historia. Jesús niega que aquellos dieciocho fueran más pecadores que todos los demás, pero usa la oportunidad para llamar a sus oyentes al arrepentimiento. Otra vez, su propósito no es la condenación, sino la redención. El llamado al arrepentimiento nos muestra que no es muy tarde para sus oyentes. La salvación sigue siendo posible.

j)        Para el tiempo en que Lucas escribe su evangelio, Roma había destruido Jerusalén. Para Lucas, hay una clara relación de causa-efecto entre el pecado de la ciudad y su destino. El arrepentimiento es un énfasis mayor en el evangelio de Lucas (ver 3:3, 8; 5:32; 13:3, 5; 15:7; 16:30; 17:3; 2:47). No es un llamado molesto, en su lugar es una “palabra de gracia. El llamado al arrepentimiento del pecado siempre lleva consigo no solamente la amenaza de la divina retribución, sino todavía más importante, la promesa del perdón” (Nickle, 145).

k)      Necesitamos vivir vidas de arrepentimiento, porque nunca sabemos cuándo un tirano se levantará en contra de nosotros, o un muro caerá encima, o nuestro avión chocará, o si podemos caer del techo, o un camión chocará contra nuestro automóvil, o si tendremos un ataque cardiaco. Ni los galileos que fueron asesinados por Pilatos, ni los dieciocho sobre quienes cayó la torre tuvieron la oportunidad de arrepentirse. Su fin llegó rápidamente, sin advertencia. Así también puede ser para nosotros. El arrepentimiento nos ayuda en la vida y en la muerte: nos ayuda a vivir la vida como personas perdonadas, nos ayuda a enfrentar la muerte sin miedo.

l)        Frecuentemente los pastores encuentran personas que han sufrido tragedias que se imagina fueron causadas por su culpa. Este texto nos llama a equilibrar dos ideas opuestas:   – Por un lado, la tragedia llega al azar, tal como sucedió con los galileos y los dieciocho jerosolimitanos. En tales casos, no tiene nada que ver con la culpa. El tornado que destruye un club nocturno también destruye una iglesia y mata tanto al que atiende el bar como al maestro de Escuela Dominical. Algunas tragedias son verdaderamente al azar. Sin embargo, nuestro arrepentimiento nos deja a nosotros en buen estado cuando experimentamos una tragedia inevitable. Nos prepara para vivir victoriosamente al enfrentar la tragedia, y también nos prepara para el día de nuestra muerte.    – Por el otro lado, el pecado sí lleva a la tragedia. Quienes conducen sus autos borrachos matan personas inocentes. Los abusivos lastiman a sus parejas e hijos. Aunque no toda tragedia es le resultado del pecado, algunas sí lo son. Tal vez la mejor manera de comprender esto es ver un pequeño círculo dentro de un círculo más grande. El círculo grande son todas las tragedias. El círculo pequeño es una tragedia causada por nuestro pecado. No podemos prevenir la tragedia que llega al azar, la que está fuera del círculo pequeño; pero Cristo nos llama a arrepentirnos para que podamos evitar la tragedia provocada por nosotros mismos que se encuentra en el círculo pequeño.

m)   La tarea más difícil del pastor es el discernimiento: cuándo afirmar a la gente que no son ellos quienes han causado su propio sufrimiento y cuándo enfatizar la necesidad de arrepentimiento.

 

VERSÍCULOS 6-9: LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA ESTÉRIL.

Luc 13:6  Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.

Luc 13:7  Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?

Luc 13:8  El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.

Luc 13:9  Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.

 

a)      “Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino á buscar fruto en ella, y no lo halló” (v. 6). La viña es una metáfora común para el pueblo de Israel, y el fruto de que se espera de Israel es una vida de acuerdo con Dios. Los oyentes de Jesús entenderían esta conexión cuando Jesús estaba contando la parábola.

b)      “He aquí tres años ha que vengo á buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo” (v. 7). Levítico 19:23-24 prohíbe comer del fruto de un árbol nuevo plantado hace tres años, y requiere que el fruto del cuarto año “será santidad de loores á Jehová”. Solamente en el quinto año es que el dueño puede beneficiarse de la cosecha. No sabemos si este es el tercer año de vida del árbol, o el tercer año que el dueño ha tratado de cosechar (que sería el séptimo año de la vida del árbol). En todo caso, el dueño cree que este árbol ha tenido tiempo para demostrar si será fructífero o no.

c)      “...córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?” (v. 7). El dueño ha esperado lo suficiente. ¡El día del juicio ha llegado! La historia de Israel provee numerosos ejemplos donde Dios ha usado el hacha para podar sus pecados. Conocen tanto el dulce sabor de la providencia de Dios, como el amargo sabor del juicio de Dios.

d)      El viñador respondió “Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y estercole. Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después” (vv. 8-9). El ruego es para dejar el hacha en el armario lo suficiente y dar a la higuera una estación más, una oportunidad más. Sí, tres años es un largo tiempo, más que suficiente para que el árbol diera fruto. Sin embargo, el dueño ha invertido tres años. Un año más no lo hará quebrar. La ganancia puede ser un árbol fructífero en solamente un año, una ganancia significativa por un año de paciencia. Ese es el argumento, pero tenemos la idea de que el jardinero está más motivado menos por la ganancia que por el corazón. El jardinero plantó el árbol, lo regó, lo fertilizó, y lo vio crecer. Y no quiere perderlo.

e)      El jardinero no dejará la salvación del árbol a la suerte. Va a remover la tierra para asegurarse de que el agua encuentra su camino hacia las raíces. Abonará al árbol con estiércol. Si se le redime, el árbol no podrá reclamar el crédito por su redención. Será el trabajo del jardinero más que el mérito del árbol lo que hace posible su salvación. Esto “debe alentar a aquellos de nosotros que se preguntan si nuestro arrepentimiento es adecuado... [Nuestro] arrepentimiento y reforma no ocurren separados del cuidadoso cuidado de Dios” (Cousar, 218).

f)       Bailey nota que la palabra “abono” aparece solamente aquí en el Nuevo Testamento, así que Jesús de seguro la usa a propósito. Como lo dijimos arriba, Bailey cree que los vv. 6-9 fueron para hablar a los líderes de Israel. “Si la higuera representa a los escribas y a los sacerdotes principales, y la parábola habla de la necesidad de poner cierto abono (estiércol), entonces tenemos un claro caso de lo que los comediantes llaman un ‘humor insultante’. Lo que necesitan es que se extienda un poco de estiércol a su alrededor. La audiencia original – sin lugar a duda – encontraron esa imagen cómica” (Bailey, 84).

g)      La historia termina sin decirnos si el dueño aceptó la oferta del jardinero, pero Jesús nos deja con la noción de que lo hace. Cualquier respiro, sin embargo, será solamente temporal. Si Israel no se arrepiente, el jardinero no tendrá elección el próximo año sino obedecer al dueño. El hacha será sacada del armario, y ya no será posible hacer ninguna otra negociación.

----------------------------------

BIBLIOGRAFÍA:

Bailey, Kenneth E., Poet & Peasant and Through Peasant Eyes: A Literary-Cultural Approach to the Parables in Luke (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1976)

Bock, Darrell L., The IVP New Testament Commentary Series: Luke, Vol. 3 (Downers Grove, Illinois, Intervarsity Press, 1994)

Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; McCann, J. Clinton; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV–Year C (Louisville: Westminster John Knox Press, 1994)

Craddock, Fred B., Interpretation: Luke (Louisville: John Knox Press,(1990)

Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holliday, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, C (Valley Forge: Trinity Press, 1994)

Culpepper, R. Alan, The New Interpreter's Bible, Volume IX. (Nashville: Abingdon, 1995)

Evans, Craig A., New International Biblical Commentary: Luke (Peabody, MA, Hendrickson Publishers, Inc., 1990)

Gilmour, S. MacLean & Buttrick, George A., The Interpreter's Bible, Volume 8. (Nashville: Abingdon , 1952)

Johnson, Luke Timothy, Sacra Pagina: The Gospel of Luke (Collegeville: Liturgical Press, 1991)

Nickle, Keith F., Preaching the Gospel of Luke (Louisville: Westminster John Knox, 2000)

Nolland, John, Word Biblical Commentary: Luke 9:21 -- 18:34, Vol. 35B (Dallas: Word Books, 1993)

Ringe, Sharon H., Westminster Bible Companion, Luke (Louisville: Westminster John Knox Press)

Rohr, Richard, The Good News According to Luke (NY: Crossroad, 1997)

Shuster, Marguerite, in Van Harn, Roger (ed.), The Lectionary Commentary: Theological Exegesis for Sunday's Text. The Third Readings: The Gospels (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 2001)

Stein, Robert H., The New American Commentary: Luke (Nashville: Broadman Press, 1992)

Tannehill, Robert C., Abingdon New Testament Commentaries: Luke (Nashville: Abingdon, 1996)

 

SERMON PREDICADO- CUARTO DOMINGO DE CUARESMA- Domingo 10 de marzo 2013


“HISTORIAS   QUE  ILUSTRAN  EL  AMOR  DE  DIOS”

 

A.T. (José 5: 9-12); Salmos 32; N.T. ( 2. Corintios 5: 16-21); Lucas 15:1-3, 11b-32.

    

“Parábola  de  la  oveja  perdida”

Luc 15:1  Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,

Luc 15:2  y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.

Luc 15:3  Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

Luc 15:4  ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

Luc 15:5  Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;

Luc 15:6  y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.

 

“Parábola  de la  moneda  perdida”

 

Luc 15:7  Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Luc 15:8  ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

Luc 15:9  Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.

Luc 15:10  Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

 

“Parábola   del Hijo   Prodigo”

Luc 15:11  También dijo: Un hombre tenía dos hijos;

Luc 15:12  y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.

Luc 15:13  No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

Luc 15:14  Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.

Luc 15:15  Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.

Luc 15:16  Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.

Luc 15:17  Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

Luc 15:18  Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

Luc 15:19  Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

Luc 15:20  Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

Luc 15:21  Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.

Luc 15:22  Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.

Luc 15:23  Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;

Luc 15:24  porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

Luc 15:25  Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;

Luc 15:26  y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

Luc 15:27  El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.

Luc 15:28  Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.

Luc 15:29  Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.

Luc 15:30  Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.

Luc 15:31  El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.

Luc 15:32  Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

 

 

VERSÍCULOS 1-3: LOS FARISEOS Y LOS ESCRIBAS QUE MURMURABAN.

Luc 15:1  Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,

Luc 15:2  y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.

Luc 15:3  Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

 

a)      “Publícanos y pecadores” (v. 1). No se especifica los pecados de los pecadores. Podían ser crímenes o simples faltas a las reglas religiosas. Sin importar los pecados, los fariseos y los escribas guardaban su distancia de los pecadores. Ellos evitaban hacer negocios con los pecadores y mezclarse con ellos socialmente. Cuando Jesús los recibe y come con ellos parece que aprueba su conducta: la mesa de la fraternidad implicaba completa fraternidad. Es esta aceptación de los inaceptables que provoca las murmuraciones.

b)      Pero Jesús va donde hay necesidad. Un doctor que rehúsa tocar a una persona enferma no servirá de mucho. Un poco antes Jesús dice: “Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos.  No he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento” (Lucas 5:31-32; y hay que tener en cuenta que Lucas es un médico).

c)      En respuesta a las murmuraciones de los fariseos y escribas, Jesús relata tres parábolas, solamente la tercera de ellas se incluye en el pasaje bíblico de esta semana. Para cuando llegamos al final de esta tercera parábola, es fácil olvidar la murmuración que provocó el relato de estas parábolas. Esto es desafortunado, porque al mero final de ella, el hijo mayor refleja la misma actitud de murmuración de los fariseos y escribas del principio.

 

 

VERSÍCULOS 4-10: LA OVEJA PERDIDA Y LA MONEDA PERDIDA.

 Luc 15:4  ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

Luc 15:5  Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;

Luc 15:6  y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.

 

“Parábola  de la  moneda  perdida”

 

Luc 15:7  Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Luc 15:8  ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

Luc 15:9  Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.

Luc 15:10  Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

 

Estas dos parábolas no están incluidas en el pasaje bíblico de hoy, pero aparecerán en lecturas posteriores durante este año. Es importante, sin embargo, recordar que Lucas registra las parábolas como un grupo de tres: (1) La oveja perdida, (2) la moneda perdida, (3) el hijo perdido. Las primeras dos parábolas se parecen mucho, y están unidas por la palabra “O” (v. 8). La tercera parábola es más compleja, pero lo que tiene en común con las otras dos es:  

–– Algo importante se ha perdido       

–– una persona que busca o espera,  

–– el redescubrimiento de lo que se había perdido, y

–– la celebración.

 

 

VERSÍCULOS 11-32: LA TERCERA PARÁBOLA.

a)    La gente ama esta parábola porque el perdón del padre de su hijo menor nos reafirma que, no importa cómo hemos pecado, Dios anhelante nos da la bienvenida al hogar. De cierto eso es parte del mensaje, pero Jesús relató esta parábola en respuesta a la murmuración de los fariseos y los escribas. La historia del hijo mayor les habla a ellos, y a nosotros cuando sucumbimos a la auto-rectitud.

b)    Pocas veces oímos la palabra pródigo usada fuera del contexto de esta parábola, y la gente frecuentemente de manera errada asume que significa “malo”. En cambio, pródigo significa generoso, abundante, o derrochador, y la prodigalidad no necesariamente es mala. Dios creó a las especies y recursos pródigamente (abundantemente), y era bueno (Gn. 1:31). Un filántropo puede dar dinero pródigamente (generosamente) para una buena causa. En esta parábola, pródigo toma un tono negativo porque el hijo más joven “desperdició su hacienda viviendo perdidamente” (v. 13), gastó su dinero pródigamente (derrochadoramente).

c)     Algunas personas creen que hay dos parábolas aquí. La primera es sobre el hijo menor y la segunda sobre el hijo mayor. Sin embargo, el centro de la  parábola no son los hijos sino el padre, que tiene dos hijos; cada con sus fallas en su propia manera. El padre ama a los dos hijos, y busca restaurar a la familia que se ha roto por (1) la partida del hijo menor de la casa y (2) y el alejamiento del hijo mayor a pesar de estar viviendo en la misma casa. El amor del padre y sus esfuerzos para la reconciliación le dan unidad a la parábola.

 

 

 

 

VERSÍCULOS 11-12: PADRE, DAME LA PARTE DE LA HACIENDA QUE ME PERTENECE

a)      “Padre, dame la parte de la hacienda (griego = bion, que viene de bios = vida, subsistencia, posesiones) que me pertenece.”  “La palabra usada para ‘herencia’ (bios) también significa ‘vida’, ‘forma de vida’, ‘medios de supervivencia’. Los bienes son lo que sostiene la vida de la familia” (Nolland). Es todo lo que está entre la familia y la pobreza.

b)       Deuteronomio 21:17 especifica que al primer hijo le sea dada una doble porción de la herencia. Así pues, la propiedad del padre debe dividirse entre el número de hijos más uno:   –– Si hay dos hijos, la propiedad se debe dividir en tres partes: dos de las cuales (67%) van al hijo mayor y un tercio (33%) va al hijo menor.   –– Si hay tres hijos, los bienes deben dividirse en cuatro partes: dos de las cuales (50%) van al hijo mayor y una (25%) a cada uno de los otros dos hijos.     –– Si hay diez hijos, la propiedad se debe dividir en once partes: dos de las cuales (18%) van al hijo mayor y una (9%) a cada uno de los otros hijos.    –– De alguna manera todos estos porcentajes se deben revisar si hay hijas en la familia, porque parte del dinero debía ponerse aparte para sus dotes (Stein, 405).

c)      Obviamente, el porcentaje que hereda cualquier hijo disminuye por cada hermano o hermana adicional. Sin embargo, en todos los casos, el hijo mayor recibe dos veces más que cualquier otro hijo. En una cultura donde las familias grandes son comunes, la mayor parte de las herencias serían modestas. Sin embargo, en una familia con solamente dos hijos, la herencia del hijo mayor sería bastante grande, e incluso el hijo menor puede contar con heredar un tercio de los bienes de su padre.

d)     La petición del hijo menor es imprudente e irrespetuosa: “algo casi igual a decirle a su padre ‘muérete’” (Van Harn, 407). Típicamente, los hijos reciben su herencia después de la muerte de su padre. Un padre podía decidir repartir parte de o toda su herencia antes de tal manera que se pueda jubilar. Pero en ese caso, la iniciativa debe ser del padre, no del hijo. En el caso de que un hijo reciba su herencia antes de la muerte del padre, se esperaba que se quedara en casa para proveer para sus padres en su ancianidad. Eso es parte de lo que significa “honra á tu padre y á tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Ex. 20:12).

e)      Recibir una herencia generalmente no implica el derecho de disponer de la herencia como uno quiera. Por ejemplo, vender tierra ancestral y convertirla en dinero en efectivo (Bailey, 164). Sin embargo, en esta parábola, el padre anda una segunda milla, dando al hijo el derecho de vender la propiedad, algo que el hijo hace solamente unos cuantos días después (v. 13) y rompiendo con su hogar tan pronto como fue posible. Tal conducta sería especialmente horrorosa en el Oriente Medio, porque uno deriva su identidad de las relaciones familiares y comunitarias.

f)        Así pues, este hijo menor es culpable de:    –– Asumir una iniciativa que solamente le corresponde al padre,  –– tratar a su padre como si estuviera muerto,   –– ignorar la obligación que tenía para con sus padres en su ancianidad, y   –– romper las relaciones familiares cuando se va.

g)      Tal conducta es vergonzosa. Un padre se sentiría avergonzado de haber criado tal hijo. Los vecinos despreciarían al hijo por no respetar a su padre y al padre por hacer lo que el hijo pidió. Ellos le darían gracias a Dios por no tener un hijo como ese.

h)      “Y les repartió (el padre) la hacienda” (v. 12b).  La mayoría de los padres reprenderían al hijo menor, pero este padre divide su propiedad entre sus hijos. Esto significa que el hijo mayor recibe su porción más grande y el hijo menor su porción más pequeña. El hijo mayor debería declinar su herencia como una protesta en contra de la conducta del hijo menor y el consentimiento del padre a ello (Bailey, 168), pero no lo hace.

 

 

VERSÍCULOS 13-16: MAS NADIE SE LAS DABA.

 

a)      “Y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente” (v. 13). No sabemos lo que había en el corazón del hijo menor cuando pidió la parte de su herencia. Tal vez intentaba disfrutar un poco de una vida disoluta, o tal vez soñaba en lograr grandes cosas por sí mismo. Cualquiera que fuera su intención original, cuando ya no estaba sujeto a la supervisión paterna, él gasta y vive salvajemente. Jesús deja el significado de perdidamente a nuestra imaginación. Después el hijo mayor acusará al menor de gastar sus bienes con prostitutas (v. 30), pero no sabemos si esto es verdad.  

b)       El hijo menor está vivo y bien en la actualidad. Todos queremos más libertad. Queremos hacer lo que queremos hacer cuando queremos hacerlo. Nos irritamos con la responsabilidad y resentimos la supervisión. Nos imaginamos que podemos hacerla en grande si tuviéramos con qué sostenernos. Si solamente pudiéramos alejarnos del hogar, si pudiéramos tener un carro nuevo, si pudiéramos tener un mejor trabajo, si no tuviéramos la responsabilidad de una familia, si pudiéramos re-financiar los préstamos... si solamente pudiéramos.... La ironía es que las vidas de los nuevos ricos frecuentemente son muy parecidas a las del hijo menor. Las riquezas rápidas no ennoblecen una vida que es débil en su centro.

c)      “Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle á faltar” (v. 14). Sería muy difícil exagerar la profundidad de la degradación de este joven. La Toráh dice, “Ni puerco: porque tiene uña hendida, mas no rumia, os será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos” (Dt. 14:8). Los judíos evitan todo contacto con los cerdos, pero este joven está reducido a servir a los cerdos: poner la mesa, traer su comida, aguantar sus empujones y empellones, soportar sus olores, tolerar sus costumbres, envidiar su estado privilegiado, incluso envidiar su comida de cerdos.

d)     “Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos” (v. 16ª). La perspectiva tradicional es que estas son algarrobas, que, aunque no agradables a la vista, pueden ser comidas por los humanos. Si este es el caso, tal vez el joven no puede obligarse a sí mismo a comerlas o el patrón le ha prohibido hacerlo. Bailey nota que una variedad diferente, la algarroba silvestre, es completamente inapropiada para el consumo humano, y cree que esta es la comida de los cerdos (Bailey, 172-173).

e)      “Mas nadie se las daba” (v. 16b). ¡Nada! ¡Cero! ¡Ni siquiera una propina de veinticinco centavos!

 

 

 

 

VERSÍCULOS 17-19: ME LEVANTARÉ E IRÉ A MI PADRE.

 

a)      Joachim Jeremías dice que “El arrepentimiento significa aprender a Decir ‘Abba’ otra vez, poniendo completamente en el Padre celestial, regresar a la casa del Padre y a los brazos del padre” (Culppeper, 302). Sin embargo, la repentina toma de conciencia de este joven está muy lejos de un arrepentimiento completo. Aunque incluso practica un discurso en que admite sus pecados, parece más calculador que arrepentido, parece un intento más en persuadir a su padre que en expiar sus pecados, está más preocupado por sus circunstancias tan difíciles más que por la injuria que le ha hecho a su familia. Este no era un joven atractivo al principio de la historia, y ahora no se ha hecho atractivo repentinamente. Él simplemente recuerda de qué lado su pan tiene mantequilla, y está buscando cerrar un mejor trato.

b)      El padre tiene esclavos (doulos) (vv. 22, 26), pero el hijo, en su discurso practicado, planea pedir que lo reinstalen como un trabajador o trabajador por contrato (misthios) (v. 17, 19). Aunque podemos pensar en un esclavo como más bajo que un trabajador contratado, la teoría prevalente es que un esclavo está en una relación más cercana la familia que el trabajador contratado, es más parte de la familia, y frecuentemente trabaja bajo la supervisión directa de su amo. El trabajador contratado es empleado cuando se necesita, y se le puede dejar ir más fácilmente (Lindeberg, 32). Si esta teoría es verdadera, el hijo más joven está pidiendo regresar al círculo más externo de la constelación familiar.

c)      Bailey propone una alternativa. Él cree que el hijo más joven, como un trabajador contratado, disfrutará de una posición similar a la de un artesano independiente. Una posición igual a la de su padre y hermano (Bailey, 176-177). Si esto es verdad, el hijo menor no solamente le está pidiendo a su padre que lo salve, sino que también le confiera un estado sólido. Esto, sin embargo, parece fuera de carácter para un joven que está desesperado para escapar de su miseria. Su practicado discurso (v. 19) debe persuadir a su padre para que lo acepte otra vez, y cualquier indicación de que es un ardid para ganar otra vez su estatus hará que su padre no lo reciba. Es difícil imaginar al hijo menor tomando tal riesgo, puesto que su padre representa su última esperanza. Esta alternativa también parece fuera de carácter con la despreciable actitud del hijo en los versículos 17-19.

 

 

VERSÍCULOS 20-24: SU PADRE  AL  VERLO, CORRIÓ, Y LO BESÓ.

 

a)      “Y levantándose, vino á su padre” (v. 20a). Una hambruna se convierte en el instrumento de la salvación del hijo menor. Solamente estando en el fondo es capaz de considerar el regreso a su casa. Dios frecuentemente usa la adversidad para que regresemos a la cordura. En la mayoría de los casos, nosotros provocamos nuestra propia miseria, pero Dios siempre está listo para redimir nuestra miseria. Dios maneja el asunto de hacer de Resurrecciones de nuestros Viernes de crucifixión.

b)      Debemos darle crédito a este jóven por dar el primer paso. Su padre es su última esperanza, así que debe estar demasiado temeroso de que su padre rechace su propuesta. ¿Qué haría si eso sucede? Sería reducido a hacer las rondas de vecinos poco simpatizantes, o tratar de encontrar empleo con otro granjero de cerdos. Imaginen la ansiedad del jóven mientras camina el largo y polvoroso camino a casa. Podemos imaginarlo practicando su pequeño discurso mientras camina, practicando hasta que se le seca la boca. Pero, a pesar de estar tan temeroso, sigue poniendo un pie en frente del otro, mostrando que su esperanza es más fuerte que su miedo.

c)      “Y como aun estuviese lejos,  su padre le  vio, y fué movido á misericordia, y corrió, y se hecho sobre su cuello, y le   beso” (v. 20b). No parece coincidencia que el padre lo ve desde lejos. Seguramente ha pasado largas y muchas horas viendo al camino, esperando ver a su hijo. Podemos imaginar su pulso acelerándose al primer vistazo, mucho antes de que pueda identificar a su hijo con certeza. Aprieta los ojos y, tal vez, pide a uno de sus esclavos de echar un vistazo. Cuando finalmente se atreve a creer que este es su hijo, su corazón se llena con compasión y sus ojos con lágrimas. Ya sin poder contenerse, hace a un lado toda dignidad y corre para abrazar a su hijo de quien ha temido que estuviera muerto. Es este momento, lleno de gracia, que hace esta una parábola tan amada.

d)     Se consideraba indigno que un hombre corriera, pero al padre no le importa esa opinión popular. ¡Tiene un hijo a quien recibir! ¡Este es un momento de resurrección! Su acto tal vez también brota de un motivo secundario: dejar claro a su familia, siervos, esclavos y vecinos que este jóven es su hijo otra vez. El padre da el tono. La gente no puede rechazar al hijo sin también rechazar al padre.

e)      El hijo debe verse miserable llegando por el camino: sudando, lleno de polvo, vestido en ropa sucia por el cochinero donde estuvo. ¡Y no hay manera de decir cuándo comió su último alimento!

f)       “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (v. 21). Note que esto es solamente la primera parte del discurso que el hijo había practicado por el camino. Su padre lo detiene antes de que pueda pedir ser tratado como un trabajador contratado.

g)      “Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado.  Y comenzaron á regocijarse” (v. 22-24). El padre toma decisiones inmediatas para remediar la situación de su hijo. ¡Vistan a este jóven con ropa de hijo! ¡Vístanlo para una fiesta! ¡Denle algo de comer! Es mucho mejor de lo que el hijo esperaba y mucho mejor de lo que se merecía. Es un momento lleno de gracia, uno de esos momentos hermosos cuando todos ganan, el padre y el hijo. El hijo recibe algo mejor de lo que se merece, y el padre recibe, no un trabajador contratado, sino un hijo.

h)      Las ropas, el anillo, y las sandalias hablan de dignidad en la misma manera en que un buen traje de seda lo hace hoy día. Estos detalles denotan pertenencia a la familia, significan que el padre está regresando a este jóven a la familia. Los siervos no usan trajes de seda – o túnicas, anillos o sandalias – sino que usan ropas que los señalan como siervos. La túnica, el anillo y las sandalias señalan a este jóven como un vástago de la familia: el hijo del padre.  Algunos estudiosos piensan que el anillo es un anillo-sello, simbolizando así la autoridad del padre, pero esto es estirar demasiado las cosas. “El hijo es honrado, pero no se le hace el plenipotenciario de su padre” (Nolland).

i)        La carne no es parte usual de la dieta diaria, sino que se reserva para ocasiones especiales. Cuando la carne se requiere, una familia generalmente matará una oveja, porque el animal pequeño representa una inversión pequeña y puede ser consumida más fácilmente dentro del círculo de la familia. Reservan el becerro gordo para grandes celebraciones, porque su tamaño más grande requiere a los vecinos, y tal vez toda la villa, para que lo consuman y le hagan justicia. Al matar al becerro gordo, el padre no solamente celebra el regreso de su hijo, sino que también involucra a toda la comunidad. Así les envía el mensaje de que ha restaurado a este hijo a su posición y por lo tanto también a la membresía de la comunidad.

 

 

VERSÍCULOS 25-30: Y SU HIJO MAYOR ESTABA EN EL CAMPO.

a)      El hijo mayor estaba en el campo haciendo lo que los hijos mayores hacen: trabajar como esclavo (véase v. 29) – sirviendo fielmente – sacando la familia a flote. Parece que, en medio de la emoción, el padre falló para mandar a alguien a decirle al hijo mayor que el hijo menor había regresado. Tal vez sabía que el hijo mayor arruinaría la celebración, y no podía aguantar llamarlo a casa temprano.

b)      La primera pista de la fiesta para el hijo mayor fue el sonido de la música y la danza. Debe haber sido un sentimiento de soledad venir de la quieta soledad de los campos al caer la tarde, cansado y sucio, y escuchar la música y las danzas. También los hijos mayores pueden disfrutar la música y la danza, pero necesitan tiempo para prepararse: tiempo para planchar sus pantalones, sacar brillo a sus zapatos y peinarse, necesitan tiempo para entrar en el ambiente. Para este hijo mayor, esta fiesta era más una emboscada que una celebración. Y luego el criado le da el tiro de gracia. El indigno hijo ha regresado, y la fiesta es en su honor. ¡Ni preguntar por qué el hijo mayor está enojado!

c)      “Entonces se enojó, y no quería entrar” (v. 28a).  “La negación del hijo (mayor) para unirse a una fiesta en que el padre es el anfitrión deshonra al padre, igual que el hijo menor deshonró al padre al pedir su parte de la herencia prematuramente” (Tannehill, 243). No pasen por alto la ironía: “El hermano que estaba afuera ahora está adentro, mientras que el hermano que había estado adentro ahora está afuera. Una vez más se escuchan las palabras de Jesús: “Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos’” (Block, 260).

d)     “Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase”(v. 28b). El padre está lleno de gracia por su desobediente hijo mayor de la misma manera en que lo estaba por su hijo menor. Él sale para reconciliar al hijo mayor de la misma manera en que salió para recibir al hijo menor. La diferencia es que el hijo menor estaba abierto al padre, pero la hija mayor ha endurecido su corazón.

e)      Este es un momento tenso. El gozo del padre es hecho pedazos. Estaba celebrando tener a sus dos hijos bajo el mismo techo otra vez, pero ahora halla al hijo mayor afuera, sin querer entrar a la casa para participar de la celebración. El padre estaba celebrando el fin de la ruptura de su familia, pero ahora la encuentra rota en otro lugar.

f)       “Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí...”(v. 29a). Una forma de dirigirse respetuosamente al padre comenzaría con la palabra “padre”, y no con “He aquí...” De esta manera el hijo mayor le ordena a su padre que escuche a la trilla que está por dar – y así toma el papel de un padre que reprende – asume una autoridad sobre su padre en lugar de acceder a la autoridad de su padre sobre él.

g)      “He aquí, tantos años te sirvo...” (v. 29b). “Aquí descubrimos... que este hijo, también, se ha alienado de su padre, tal vez por un tiempo mucho mayor. Él ha “servido” a su padre por muchos años... Pero él... nunca se ha sentido recompensado” (Johnson, 242). Al igual que el hijo más jóven ha desdeñado su pertenencia a la familia queriendo convertirse en un trabajador, también el hijo mayor ha desdeñado su pertenencia al adoptar una actitud de esclavo.

h)      “No habiendo traspasado jamás tu mandamiento...” (v. 29c), pero en ese momento simplemente  se rehúsa a aceptar el ruego del padre para que se una a la celebración (v. 28b). El hijo menor demuestra su alejamiento abandonando el hogar. Ahora el hijo mayor también demuestra que ha estado alejado, a pesar de vivir bajo el mismo techo que su padre y (en su mente) haciendo la voluntad del padre. Ha intentado ganarse el amor del padre, pero nunca se ha permitido creer que su padre lo ama; y, posiblemente, nunca ha amado al padre. Los hijos mayores, al llevar los marcadores y encontrar las faltas, encuentran difícil amar (y pueden ser difícil de amar).

i)        “Y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos”(v. 29d). El hijo mayor admite que puede haber encontrado gusto teniendo una fiesta con sus amigos, pero no puede encontrar gusto en tener un hermano que ha regresado de entre los muertos. ¡Y esa es una admisión condenatoria!

j)        La queja del hijo mayor tiene mucho en común con la queja de los labradores en la viña: “Estos postreros sólo han trabajado una hora, y los has hecho iguales á nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día” (Mt. 20:12). Quienes hemos laborado largas horas bajo un fuerte sol podemos apreciar la dificultad involucrada al ver a un entusiasta, recién bañado y muy bien vestido, llevarse los honores.

k)      “El hijo mayor tiene razón: por supuesto, que el penitente regrese a casa,... pero no a pan y agua, no a un becerro gordo; a andrajos y no una nueva túnica; a ceniza, no a joyas; a arrodillarse, no a danzar; a lágrimas, no a felicidad” (Craddock, Preaching, 159). El hijo mayor puede usar otro trabajador: alguien que le aligere la carga, alguien que cargue las órdenes. Lo que NO necesita es una hemorragia de dinero ¡para honrar al derrochador de dinero hermano menor! ¡Lo que NO necesita es un ayudante que usa seda en lugar de ropa de trabajo, un anillo en lugar de guantes de trabajo, sandalias en lugar de botas! Hay que dejar al hijo menor que venga a casa a enfrentar la música: a pagar su deuda a la sociedad, a corregir las cosas. Después, mucho después, habrá tiempo para considerar el perdón. Hay que dejar que el hijo menor sude primero. Hay que darle tiempo para que se pruebe a sí mismo, para que se redima.

 

 

VERSÍCULOS 31-32: TÚ HERMANO HABÍASE PERDIDO Y ES HALLADO.

 

a)      “Hijo tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas”(v. 31). El hijo mayor no usó la palabra “padre” para dirigirse a su padre, pero su padre sí usa la palabra “hijo” para dirigirse a él. El padre pudo haber usado huios (hijo), pero en su lugar le dice teknon (mi pequeño), una palabra más tierna y aceptante.

b)      El hijo mayor nunca reconoce al hijo menor como su hermano, sino que se refiere a él solamente como “éste tu hijo” (v. 30); pero el padre rehúsa dejar que eso interfiera, y se refiere a su hijo menor como “éste tu hermano” (v. 32).

c)      El hijo mayor se rehúsa a entrar a la casa para unirse a la fiesta (v. 28), esta es una tremenda afrenta pública para el padre, porque debe asistir como anfitrión en una celebración. El padre, sin embargo, no lo reprende, en su lugar le ruega para que cambie su decisión (v. 28).

d)     En este duro desaire por su hermano y su negación para entrar a la casa, el hermano mayor se coloca aparte, no solamente de su hermano menor, sino también de su padre. Sus acciones sugieren a la comunidad que se ha divorciado a sí mismo de la familia, un acto un poco tan impactante como el de su hermano menor.

e)      “La pródiga generosidad mostrada al hijo que estaba perdido fuera del hogar ahora también se extiende al hijo que está perdido dentro del hogar” (Cousar, 227). El padre reafirma al hijo mayor que la presencia del hijo menor no afecta el afecto del padre por el hijo mayor ni la herencia del hijo mayor. Ambos están seguros, y siempre lo han estado. “El amor a los recolectores de impuestos y pecadores para nada niega el amor por los fariseos y escribas” (Craddock, Intepretation, 188). Fariseos y escribas necesitan escuchar que su herencia no se disminuye por el amor de Dios por los pecadores. También necesitan escuchar que no tienen derecho a poner fronteras que excluyan a otros de la presencia de Dios.

f)       ¿Pero qué puede decir el padre para reafirmar a un hijo que no será reafirmado? Donde el hijo menor era receptivo como una esponja, el hijo mayor era duro como la roca.

g)      “Mas era menester hacer fiesta y holgar nos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado”(v. 32). ¿Cómo puede alguien no celebrar la resurrección de alguien amado? El problema, por supuesto, es que el hijo mayor no ama al hermano menor, y hay alguna duda de que ame al padre, e incluso alguna duda de que se ame a sí mismo. Jesús no nos dice el resultado del ruego del padre, pero “el incómodo sentimiento permanece de que tal vez todavía hay un hijo perdido” (Ringe, 209).

h)      Jesús relata su parábola en respuesta a las murmuraciones de los fariseos y los escribas. El hijo mayor, obviamente, es un fariseo o un escriba. Él trata de hacer todo bien, y no puede tolerar a cualquiera que haga menos. “Es como aquellos que están tan preocupados con guardar las fronteras de la gracia de Dios que no notan que con el mero acto de pintar líneas se excluyen a sí mismos” (Nickle, 163).

  --------------------------------

 BIBLIOGRAFÍA:

 

Bailey, Kenneth E., Poet & Peasant and Through Peasant Eyes: A Literary-Cultural Approach to the Parables in Luke (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1976)

 

Barclay, William, The Daily Study Bible, The Gospel of Luke (Edinburgh: Saint Andrew Press, 1953)

 

Bock, Darrell L., The IVP New Testament Commentary Series: Luke, Vol. 3 (Downers Grove, Illinois, Intervarsity Press, 1994)

 

Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; McCann, J. Clinton; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV–Year C (Louisville: Westminster John Knox Press, 1994)

 

Craddock, Fred B., Interpretation: Luke (Louisville: John Knox Press,(1990)

 

Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holliday, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, C (Valley Forge: Trinity Press, 1994)

 

Culpepper, R. Alan, The New Interpreter's Bible, Volume IX. (Nashville: Abingdon , 1995)

 

Evans, Craig A., New International Biblical Commentary: Luke (Peabody, MA, Hendrickson Publishers, Inc., 1990)

 

Gilmour, S. MacLean & Buttrick, George A., The Interpreter's Bible, Volume 8. (Nashville: Abingdon , 1952)

 

Green, Joel B., The New International Commentary on the New Testament: The Gospel of Luke (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1997)