“JUICIO VENIDERO”
A.t. (Isaiah 55: 1-9; N.T. (1. Corintios 10: 1-13); Salmos 63: 1-8;
Evangelios (San Lucas 13: 1-9).
Luc 13:1 En este
mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya
sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.
Luc 13:2
Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque
padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?
Luc 13:3 Os digo:
No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
Luc 13:4 O
aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató,
¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?
Luc 13:5 Os digo:
No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
Luc 13:6 Dijo
también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino
a buscar fruto en ella, y no lo halló.
Luc 13:7 Y dijo al
viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no
lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?
Luc 13:8 El
entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo
cave alrededor de ella, y la abone.
Luc 13:9 Y si
diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
VERSÍCULOS 12:49, 13-35: EL JUICIO VENIDERO.
a)
Lucas nos da un par de historias que nos
llaman al arrepentimiento (vv. 1-5), y una parábola que ilustra la paciencia y
el amor de Dios (vv. 6-9). “Esta forma de colocar lado a lado ideas
contrastantes es típicamente de Lucas, las unidades contrastantes que forman la
paradoja del Evangelio... Lucas no destruye la severidad al infundir la gracia,
ni destruye la gracia por infundir severidad" (Craddock, 167).
b)
Ambas historias (vv. 1-5) hacen un llamado
al arrepentimiento, y “la parábola de la higuera identifica a los oyentes de
Jesús como estando en la última estación de oportunidad para cambiar sus
caminos” (Nolland).
c)
Los estudiosos tienden a ver las historias
(vv. 1-5) llamando por una respuesta individual y la parábola (vv. 6-9) como
llamando a que la nación y sus líderes (escribas, fariseos, y otros) den una
respuesta (Bock, 239; Bailey, 74).
VERSÍCULOS 1-9: DOS HISTORIAS Y UNA PARÁBOLA.
d)
Lucas nos da un par de historias que nos
llaman al arrepentimiento (vv. 1-5), y una parábola que ilustra la paciencia y
el amor de Dios (vv. 6-9). “Esta forma de colocar lado a lado ideas
contrastantes es típicamente de Lucas, las unidades contrastantes que forman la
paradoja del Evangelio... Lucas no destruye la severidad al infundir la gracia,
ni destruye la gracia por infundir severidad" (Craddock, 167).
e)
Ambas historias (vv. 1-5) hacen un llamado
al arrepentimiento, y “la parábola de la higuera identifica a los oyentes de
Jesús como estando en la última estación de oportunidad para cambiar sus
caminos” (Nolland).
f)
Los estudiosos tienden a ver las historias
(vv. 1-5) llamando por una respuesta individual y la parábola (vv. 6-9) como
llamando a que la nación y sus líderes (escribas, fariseos, y otros) den una
respuesta (Bock, 239; Bailey, 74).
VERSÍCULOS 1-5: ARREPENTIRSE O PERECER.
Luc
13:1 En este mismo tiempo estaban
allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había
mezclado con los sacrificios de ellos.
Luc 13:2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que
estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los
galileos?
Luc 13:3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente.
Luc 13:4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la
torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los
hombres que habitan en Jerusalén?
Luc 13:5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente.
a)
“Y en este mismo tiempo estaban allí unos
que le contaban acerca de los Galileos, cuya sangre Pilatos había mezclado con
sus sacrificios” (v. 1). Las noticias en verdad son terribles. Los galileos
vinieron al templo a hacer sus sacrificios, y los soldados de Pilatos los
masacraron en ese santo lugar – profanaron el altar con sangre humana – y así
mezclaron asesinato con sacrilegio. Imaginen un asesinato en su iglesia la
mañana del domingo. Imaginen la alfombra empapada con sangre humana y mezclada
con el vino que se usa para la Comunión. ¡Definitivamente impactante! No
podemos corroborar este evento con fuentes seculares, pero sabemos que estaba
de acuerdo con la brutal naturaleza que a veces exhibía Pilatos.
b)
“Estaban allí unos” (v. 1). Lucas no nos
dice quiénes eran estas personas o por qué le cuentan a Jesús esta historia tan
terrible. Lo más probable es que eran personas comunes y corrientes, que
esperaban que Jesús le diera sentido a una situación absurda, y que les ayudara
a ellos a entender por qué estos Galileos sufrieron algo tan terrible. ¿Habían
violado alguna ley Romana? ¿Habían ofendido a Dios?
c)
Quienquiera que fueran, de cierto
esperaban una respuesta empática de Jesús. En cualquier cultura de
victimización (e Israel con razón se siente victimizada por Roma), historias
como esta demandan una respuesta como “¿No es esto terrible?” Algunas
respuestas aceptables van desde “¡Esos malvados romanos!” a “¡Ya no podemos
tolerar esto! ¡Vamos a deshacernos de ellos¡”
d)
Jesús, sin embargo, responde de una manera
completamente inesperada, diciendo “¿Pensáis que estos Galileos, porque han
padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos? (v. 2).
Aborda la presuposición no expresada de que, tal vez, esos galileos habían
pecado gravemente, provocando el juicio de Dios.
e)
De hecho, a través del AT, y en la mente
del pueblo de Israel, el pecado y el juicio están muy estrechamente
relacionados. Es muy reconfortante creer que el sufrimiento es resultado del
pecado, porque elimina la casualidad – explica el sufrimiento – y nos ofrece
una manera de evitar los desastres que vemos caer sobre otros.
f)
“No, os digo; antes si no os
arrepintiereis, todos pereceréis igualmente” (v. 3). Jesús niega que los
galileos sufrieran por causa de sus pecados, y llama a sus oyentes a
arrepentirse a menos que sufran por los de ellos. La clave para entender esto
es el llamado de Jesús al arrepentimiento. Lo que les pasó a los galileos es
historia, y nada se puede hacer sobre eso. El destino de los oyentes de Jesús,
sin embargo, sigue siendo negociable. Jesús no les condena, en su lugar les
muestra el camino. Su propósito es redimir. Aunque no toda tragedia es el
resultado del pecado, el pecado algunas veces lleva a la tragedia. Los oyentes
de Jesús han pecado (como todos lo hemos hecho), y los llama a arrepentirse
para que puedan escapar del desastre.
g)
Esta es una respuesta valiente. Ken Bailey
dice que sus estudiantes del Medio Oriente, estudiando este pasaje, se admiran
de que nadie haya atacado a Jesús físicamente ahí mismo. La gente en una
cultura de victimización es santurrona y se resiste a la crítica. Al llamar al
arrepentimiento, Jesús parece no simpatizar con la causa nacional, que no le
importan las atrocidades cometidas por los romanos. En Nazarea, la gente del
pueblo trató de matar a Jesús cuando habló bien de los gentiles (4:16-30). Lo
mismo fácilmente podría haber pasado aquí (Bailey, Through Peasant Eye, 78-79).
h)
“O aquellos dieciocho, sobre los cuales
cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que
todos los hombres que habitan en Jerusalén?” (v. 4). El estanque de Siloé está
en Jerusalén (Jn. 9:7) y, probablemente, la torre de Siloé estaba muy cerca del
estanque. El asunto es el mismo que en el primer ejemplo: ¿Acaso Dios escogió a
estos dieciocho por sus pecados? Jesús cambia el debate sobre
pecado/sufrimiento del contexto de sufrimiento a manos de los romanos y el
sufrimiento a manos de Dios, de la masacre a “un acto de Dios”.
i)
“No, os digo; antes si no os
arrepintiereis, todos pereceréis asimismo” (v. 5). Esta es la misma respuesta
que Jesús le dio a la primera historia. Jesús niega que aquellos dieciocho
fueran más pecadores que todos los demás, pero usa la oportunidad para llamar a
sus oyentes al arrepentimiento. Otra vez, su propósito no es la condenación,
sino la redención. El llamado al arrepentimiento nos muestra que no es muy
tarde para sus oyentes. La salvación sigue siendo posible.
j)
Para el tiempo en que Lucas escribe su
evangelio, Roma había destruido Jerusalén. Para Lucas, hay una clara relación
de causa-efecto entre el pecado de la ciudad y su destino. El arrepentimiento
es un énfasis mayor en el evangelio de Lucas (ver 3:3, 8; 5:32; 13:3, 5; 15:7;
16:30; 17:3; 2:47). No es un llamado molesto, en su lugar es una “palabra de
gracia. El llamado al arrepentimiento del pecado siempre lleva consigo no
solamente la amenaza de la divina retribución, sino todavía más importante, la
promesa del perdón” (Nickle, 145).
k)
Necesitamos vivir vidas de
arrepentimiento, porque nunca sabemos cuándo un tirano se levantará en contra
de nosotros, o un muro caerá encima, o nuestro avión chocará, o si podemos caer
del techo, o un camión chocará contra nuestro automóvil, o si tendremos un
ataque cardiaco. Ni los galileos que fueron asesinados por Pilatos, ni los
dieciocho sobre quienes cayó la torre tuvieron la oportunidad de arrepentirse.
Su fin llegó rápidamente, sin advertencia. Así también puede ser para nosotros.
El arrepentimiento nos ayuda en la vida y en la muerte: nos ayuda a vivir la
vida como personas perdonadas, nos ayuda a enfrentar la muerte sin miedo.
l)
Frecuentemente los pastores encuentran
personas que han sufrido tragedias que se imagina fueron causadas por su culpa.
Este texto nos llama a equilibrar dos ideas opuestas: – Por un lado, la tragedia llega al azar,
tal como sucedió con los galileos y los dieciocho jerosolimitanos. En tales
casos, no tiene nada que ver con la culpa. El tornado que destruye un club
nocturno también destruye una iglesia y mata tanto al que atiende el bar como
al maestro de Escuela Dominical. Algunas tragedias son verdaderamente al azar.
Sin embargo, nuestro arrepentimiento nos deja a nosotros en buen estado cuando
experimentamos una tragedia inevitable. Nos prepara para vivir victoriosamente
al enfrentar la tragedia, y también nos prepara para el día de nuestra muerte. – Por el otro lado, el pecado sí lleva a la
tragedia. Quienes conducen sus autos borrachos matan personas inocentes. Los
abusivos lastiman a sus parejas e hijos. Aunque no toda tragedia es le resultado
del pecado, algunas sí lo son. Tal vez la mejor manera de comprender esto es
ver un pequeño círculo dentro de un círculo más grande. El círculo grande son
todas las tragedias. El círculo pequeño es una tragedia causada por nuestro
pecado. No podemos prevenir la tragedia que llega al azar, la que está fuera
del círculo pequeño; pero Cristo nos llama a arrepentirnos para que podamos
evitar la tragedia provocada por nosotros mismos que se encuentra en el círculo
pequeño.
m)
La tarea más difícil del pastor es el
discernimiento: cuándo afirmar a la gente que no son ellos quienes han causado
su propio sufrimiento y cuándo enfatizar la necesidad de arrepentimiento.
VERSÍCULOS 6-9: LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA ESTÉRIL.
Luc 13:6 Dijo también esta parábola: Tenía un hombre
una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.
Luc 13:7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años
que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza
también la tierra?
Luc 13:8 El entonces, respondiendo, le dijo: Señor,
déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.
Luc 13:9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás
después.
a)
“Tenía uno una higuera plantada en su
viña, y vino á buscar fruto en ella, y no lo halló” (v. 6). La viña es una
metáfora común para el pueblo de Israel, y el fruto de que se espera de Israel
es una vida de acuerdo con Dios. Los oyentes de Jesús entenderían esta conexión
cuando Jesús estaba contando la parábola.
b)
“He aquí tres años ha que vengo á buscar
fruto en esta higuera, y no lo hallo” (v. 7). Levítico 19:23-24 prohíbe comer
del fruto de un árbol nuevo plantado hace tres años, y requiere que el fruto
del cuarto año “será santidad de loores á Jehová”. Solamente en el quinto año
es que el dueño puede beneficiarse de la cosecha. No sabemos si este es el
tercer año de vida del árbol, o el tercer año que el dueño ha tratado de
cosechar (que sería el séptimo año de la vida del árbol). En todo caso, el
dueño cree que este árbol ha tenido tiempo para demostrar si será fructífero o
no.
c)
“...córtala, ¿por qué ocupará aún la
tierra?” (v. 7). El dueño ha esperado lo suficiente. ¡El día del juicio ha
llegado! La historia de Israel provee numerosos ejemplos donde Dios ha usado el
hacha para podar sus pecados. Conocen tanto el dulce sabor de la providencia de
Dios, como el amargo sabor del juicio de Dios.
d)
El viñador respondió “Señor, déjala aún
este año, hasta que la excave, y estercole. Y si hiciere fruto, bien; y si no,
la cortarás después” (vv. 8-9). El ruego es para dejar el hacha en el armario
lo suficiente y dar a la higuera una estación más, una oportunidad más. Sí,
tres años es un largo tiempo, más que suficiente para que el árbol diera fruto.
Sin embargo, el dueño ha invertido tres años. Un año más no lo hará quebrar. La
ganancia puede ser un árbol fructífero en solamente un año, una ganancia
significativa por un año de paciencia. Ese es el argumento, pero tenemos la
idea de que el jardinero está más motivado menos por la ganancia que por el
corazón. El jardinero plantó el árbol, lo regó, lo fertilizó, y lo vio crecer.
Y no quiere perderlo.
e)
El jardinero no dejará la salvación del
árbol a la suerte. Va a remover la tierra para asegurarse de que el agua
encuentra su camino hacia las raíces. Abonará al árbol con estiércol. Si se le
redime, el árbol no podrá reclamar el crédito por su redención. Será el trabajo
del jardinero más que el mérito del árbol lo que hace posible su salvación.
Esto “debe alentar a aquellos de nosotros que se preguntan si nuestro
arrepentimiento es adecuado... [Nuestro] arrepentimiento y reforma no ocurren
separados del cuidadoso cuidado de Dios” (Cousar, 218).
f)
Bailey nota que la palabra “abono” aparece
solamente aquí en el Nuevo Testamento, así que Jesús de seguro la usa a
propósito. Como lo dijimos arriba, Bailey cree que los vv. 6-9 fueron para
hablar a los líderes de Israel. “Si la higuera representa a los escribas y a
los sacerdotes principales, y la parábola habla de la necesidad de poner cierto
abono (estiércol), entonces tenemos un claro caso de lo que los comediantes
llaman un ‘humor insultante’. Lo que necesitan es que se extienda un poco de
estiércol a su alrededor. La audiencia original – sin lugar a duda –
encontraron esa imagen cómica” (Bailey, 84).
g)
La historia termina sin decirnos si el
dueño aceptó la oferta del jardinero, pero Jesús nos deja con la noción de que
lo hace. Cualquier respiro, sin embargo, será solamente temporal. Si Israel no
se arrepiente, el jardinero no tendrá elección el próximo año sino obedecer al
dueño. El hacha será sacada del armario, y ya no será posible hacer ninguna
otra negociación.
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BIBLIOGRAFÍA:
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Publishing Co., 1976)
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Intervarsity Press, 1994)
Cousar, Charles
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Nickle, Keith F., Preaching
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