“HISTORIAS QUE
ILUSTRAN EL AMOR
DE DIOS”
A.T. (José 5:
9-12); Salmos 32; N.T. ( 2. Corintios 5: 16-21); Lucas 15:1-3, 11b-32.
“Parábola de la
oveja perdida”
Luc 15:1 Se acercaban a Jesús todos los
publicanos y pecadores para oírle,
Luc 15:2 y los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
Luc 15:3 Entonces él les refirió
esta parábola, diciendo:
Luc 15:4 ¿Qué hombre de vosotros,
teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el
desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
Luc 15:5 Y cuando la encuentra,
la pone sobre sus hombros gozoso;
Luc 15:6 y al llegar a casa,
reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado
mi oveja que se había perdido.
“Parábola
de la moneda perdida”
Luc 15:7 Os digo que así habrá
más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve
justos que no necesitan de arrepentimiento.
Luc 15:8 ¿O qué mujer que tiene
diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y
busca con diligencia hasta encontrarla?
Luc 15:9 Y cuando la encuentra,
reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la
dracma que había perdido.
Luc 15:10 Así os digo que hay
gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
“Parábola
del Hijo Prodigo”
Luc 15:11 También dijo: Un hombre
tenía dos hijos;
Luc 15:12 y el menor de ellos
dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les
repartió los bienes.
Luc 15:13 No muchos días después,
juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí
desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
Luc 15:14 Y cuando todo lo hubo
malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
Luc 15:15 Y fue y se arrimó a uno
de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que
apacentase cerdos.
Luc 15:16 Y deseaba llenar su
vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
Luc 15:17 Y volviendo en sí,
dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo
aquí perezco de hambre!
Luc 15:18 Me levantaré e iré a mi
padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Luc 15:19 Ya no soy digno de ser
llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Luc 15:20 Y levantándose, vino a
su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a
misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
Luc 15:21 Y el hijo le dijo:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado
tu hijo.
Luc 15:22 Pero el padre dijo a
sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano,
y calzado en sus pies.
Luc 15:23 Y traed el becerro
gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
Luc 15:24 porque este mi hijo
muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a
regocijarse.
Luc 15:25 Y su hijo mayor estaba
en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las
danzas;
Luc 15:26 y llamando a uno de los
criados, le preguntó qué era aquello.
Luc 15:27 El le dijo: Tu hermano
ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido
bueno y sano.
Luc 15:28 Entonces se enojó, y no
quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
Luc 15:29 Mas él, respondiendo,
dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás,
y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
Luc 15:30 Pero cuando vino este
tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el
becerro gordo.
Luc 15:31 El entonces le dijo:
Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
Luc 15:32 Mas era necesario hacer
fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se
había perdido, y es hallado.
VERSÍCULOS 1-3: LOS FARISEOS Y LOS ESCRIBAS QUE
MURMURABAN.
Luc 15:1 Se acercaban a Jesús todos los
publicanos y pecadores para oírle,
Luc 15:2 y los fariseos y los
escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
Luc 15:3 Entonces él les refirió
esta parábola, diciendo:
a)
“Publícanos y pecadores” (v. 1).
No se especifica los pecados de los pecadores. Podían ser crímenes o simples
faltas a las reglas religiosas. Sin importar los pecados, los fariseos y los
escribas guardaban su distancia de los pecadores. Ellos evitaban hacer negocios
con los pecadores y mezclarse con ellos socialmente. Cuando Jesús los recibe y
come con ellos parece que aprueba su conducta: la mesa de la fraternidad
implicaba completa fraternidad. Es esta aceptación de los inaceptables que
provoca las murmuraciones.
b)
Pero Jesús va donde hay necesidad.
Un doctor que rehúsa tocar a una persona enferma no servirá de mucho. Un poco
antes Jesús dice: “Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están
enfermos. No he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento”
(Lucas 5:31-32; y hay que tener en cuenta que Lucas es un médico).
c)
En respuesta a las murmuraciones
de los fariseos y escribas, Jesús relata tres parábolas, solamente la tercera
de ellas se incluye en el pasaje bíblico de esta semana. Para cuando llegamos
al final de esta tercera parábola, es fácil olvidar la murmuración que provocó
el relato de estas parábolas. Esto es desafortunado, porque al mero final de
ella, el hijo mayor refleja la misma actitud de murmuración de los fariseos y
escribas del principio.
VERSÍCULOS 4-10: LA OVEJA PERDIDA Y LA MONEDA
PERDIDA.
Luc 15:4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien
ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y
va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
Luc 15:5 Y cuando la encuentra,
la pone sobre sus hombros gozoso;
Luc 15:6 y al llegar a casa,
reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado
mi oveja que se había perdido.
“Parábola
de la moneda perdida”
Luc 15:7 Os digo que así habrá
más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve
justos que no necesitan de arrepentimiento.
Luc 15:8 ¿O qué mujer que tiene
diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y
busca con diligencia hasta encontrarla?
Luc 15:9 Y cuando la encuentra,
reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la
dracma que había perdido.
Luc 15:10 Así os digo que hay
gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Estas
dos parábolas no están incluidas en el pasaje bíblico de hoy, pero aparecerán
en lecturas posteriores durante este año. Es importante, sin embargo, recordar
que Lucas registra las parábolas como un grupo de tres: (1) La oveja perdida,
(2) la moneda perdida, (3) el hijo perdido. Las primeras dos parábolas se
parecen mucho, y están unidas por la palabra “O” (v. 8). La tercera parábola es
más compleja, pero lo que tiene en común con las otras dos es:
––
Algo importante se ha perdido
––
una persona que busca o espera,
––
el redescubrimiento de lo que se había perdido, y
––
la celebración.
VERSÍCULOS 11-32: LA TERCERA PARÁBOLA.
a)
La gente ama esta parábola
porque el perdón del padre de su hijo menor nos reafirma que, no importa cómo
hemos pecado, Dios anhelante nos da la bienvenida al hogar. De cierto eso es
parte del mensaje, pero Jesús relató esta parábola en respuesta a la
murmuración de los fariseos y los escribas. La historia del hijo mayor les
habla a ellos, y a nosotros cuando sucumbimos a la auto-rectitud.
b)
Pocas veces oímos la palabra pródigo
usada fuera del contexto de esta parábola, y la gente frecuentemente de manera
errada asume que significa “malo”. En cambio, pródigo significa
generoso, abundante, o derrochador, y la prodigalidad no necesariamente es
mala. Dios creó a las especies y recursos pródigamente (abundantemente), y era
bueno (Gn. 1:31). Un filántropo puede dar dinero pródigamente (generosamente)
para una buena causa. En esta parábola, pródigo toma un tono negativo
porque el hijo más joven “desperdició su hacienda viviendo perdidamente” (v.
13), gastó su dinero pródigamente (derrochadoramente).
c)
Algunas personas creen que hay
dos parábolas aquí. La primera es sobre el hijo menor y la segunda sobre el
hijo mayor. Sin embargo, el centro de la parábola no son los hijos sino
el padre, que tiene dos hijos; cada con sus fallas en su propia manera. El
padre ama a los dos hijos, y busca restaurar a la familia que se ha roto por
(1) la partida del hijo menor de la casa y (2) y el alejamiento del hijo mayor
a pesar de estar viviendo en la misma casa. El amor del padre y sus esfuerzos
para la reconciliación le dan unidad a la parábola.
VERSÍCULOS 11-12: PADRE, DAME LA PARTE DE LA
HACIENDA QUE ME PERTENECE
a)
“Padre, dame la parte de la
hacienda (griego = bion, que viene de bios = vida,
subsistencia, posesiones) que me pertenece.” “La palabra usada para
‘herencia’ (bios) también significa ‘vida’, ‘forma de vida’, ‘medios
de supervivencia’. Los bienes son lo que sostiene la vida de la familia”
(Nolland). Es todo lo que está entre la familia y la pobreza.
b)
Deuteronomio 21:17 especifica que al primer
hijo le sea dada una doble porción de la herencia. Así pues, la propiedad del
padre debe dividirse entre el número de hijos más uno: –– Si hay dos hijos, la propiedad se debe
dividir en tres partes: dos de las cuales (67%) van al hijo mayor y un tercio
(33%) va al hijo menor. –– Si hay tres
hijos, los bienes deben dividirse en cuatro partes: dos de las cuales (50%) van
al hijo mayor y una (25%) a cada uno de los otros dos hijos. –– Si hay diez hijos, la propiedad se
debe dividir en once partes: dos de las cuales (18%) van al hijo mayor y una
(9%) a cada uno de los otros hijos. ––
De alguna manera todos estos porcentajes se deben revisar si hay hijas en la
familia, porque parte del dinero debía ponerse aparte para sus dotes (Stein,
405).
c)
Obviamente, el porcentaje que
hereda cualquier hijo disminuye por cada hermano o hermana adicional. Sin
embargo, en todos los casos, el hijo mayor recibe dos veces más que cualquier
otro hijo. En una cultura donde las familias grandes son comunes, la mayor
parte de las herencias serían modestas. Sin embargo, en una familia con
solamente dos hijos, la herencia del hijo mayor sería bastante grande, e
incluso el hijo menor puede contar con heredar un tercio de los bienes de su
padre.
d)
La petición del hijo menor es imprudente e irrespetuosa: “algo casi igual a decirle a
su padre ‘muérete’” (Van Harn, 407). Típicamente, los hijos reciben su herencia
después de la muerte de su padre. Un padre podía decidir repartir parte de o
toda su herencia antes de tal manera que se pueda jubilar. Pero en ese caso, la
iniciativa debe ser del padre, no del hijo. En el caso de que un hijo reciba su
herencia antes de la muerte del padre, se esperaba que se quedara en casa para
proveer para sus padres en su ancianidad. Eso es parte de lo que significa
“honra á tu padre y á tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que
Jehová tu Dios te da” (Ex. 20:12).
e)
Recibir una herencia generalmente
no implica el derecho de disponer de la herencia como uno quiera. Por ejemplo,
vender tierra ancestral y convertirla en dinero en efectivo (Bailey, 164). Sin
embargo, en esta parábola, el padre anda una segunda milla, dando al hijo el
derecho de vender la propiedad, algo que el hijo hace solamente unos cuantos
días después (v. 13) y rompiendo con su hogar tan pronto como fue posible. Tal
conducta sería especialmente horrorosa en el Oriente Medio, porque uno deriva
su identidad de las relaciones familiares y comunitarias.
f)
Así pues, este hijo menor es culpable de: –– Asumir una iniciativa que solamente le
corresponde al padre, –– tratar a su
padre como si estuviera muerto, ––
ignorar la obligación que tenía para con sus padres en su ancianidad, y –– romper las relaciones familiares cuando
se va.
g)
Tal conducta es vergonzosa. Un
padre se sentiría avergonzado de haber criado tal hijo. Los vecinos
despreciarían al hijo por no respetar a su padre y al padre por hacer lo que el
hijo pidió. Ellos le darían gracias a Dios por no tener un hijo como ese.
h)
“Y les repartió (el padre) la
hacienda” (v. 12b). La mayoría de los padres reprenderían al hijo menor,
pero este padre divide su propiedad entre sus hijos. Esto significa que el hijo
mayor recibe su porción más grande y el hijo menor su porción más pequeña. El
hijo mayor debería declinar su herencia como una protesta en contra de la conducta
del hijo menor y el consentimiento del padre a ello (Bailey, 168), pero no lo
hace.
VERSÍCULOS 13-16: MAS NADIE SE LAS DABA.
a)
“Y allí desperdició su hacienda
viviendo perdidamente” (v. 13). No sabemos lo que había en el corazón del hijo
menor cuando pidió la parte de su herencia. Tal vez intentaba disfrutar un poco
de una vida disoluta, o tal vez soñaba en lograr grandes cosas por sí mismo.
Cualquiera que fuera su intención original, cuando ya no estaba sujeto a la
supervisión paterna, él gasta y vive salvajemente. Jesús deja el significado de
perdidamente a nuestra imaginación. Después el hijo mayor acusará al
menor de gastar sus bienes con prostitutas (v. 30), pero no sabemos si esto es
verdad.
b)
El hijo menor está vivo y bien en la
actualidad. Todos queremos más libertad. Queremos hacer lo que queremos hacer
cuando queremos hacerlo. Nos irritamos con la responsabilidad y resentimos la
supervisión. Nos imaginamos que podemos hacerla en grande si tuviéramos con qué
sostenernos. Si solamente pudiéramos alejarnos del hogar, si pudiéramos tener
un carro nuevo, si pudiéramos tener un mejor trabajo, si no tuviéramos la
responsabilidad de una familia, si pudiéramos re-financiar los préstamos... si
solamente pudiéramos.... La ironía es que las vidas de los nuevos ricos
frecuentemente son muy parecidas a las del hijo menor. Las riquezas rápidas no
ennoblecen una vida que es débil en su centro.
c)
“Y cuando todo lo hubo malgastado,
vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle á faltar” (v. 14).
Sería muy difícil exagerar la profundidad de la degradación de este joven. La
Toráh dice, “Ni puerco: porque tiene uña hendida, mas no rumia, os será
inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos”
(Dt. 14:8). Los judíos evitan todo contacto con los cerdos, pero este joven
está reducido a servir a los cerdos: poner la mesa, traer su comida, aguantar
sus empujones y empellones, soportar sus olores, tolerar sus costumbres,
envidiar su estado privilegiado, incluso envidiar su comida de cerdos.
d)
“Y deseaba henchir su vientre de
las algarrobas que comían los puercos” (v. 16ª). La perspectiva tradicional es
que estas son algarrobas, que, aunque no agradables a la vista, pueden ser
comidas por los humanos. Si este es el caso, tal vez el joven no puede
obligarse a sí mismo a comerlas o el patrón le ha prohibido hacerlo. Bailey
nota que una variedad diferente, la algarroba silvestre, es completamente
inapropiada para el consumo humano, y cree que esta es la comida de los cerdos
(Bailey, 172-173).
e)
“Mas nadie se las daba” (v. 16b).
¡Nada! ¡Cero! ¡Ni siquiera una propina de veinticinco centavos!
VERSÍCULOS 17-19: ME LEVANTARÉ E IRÉ A MI PADRE.
a)
Joachim Jeremías dice que “El
arrepentimiento significa aprender a Decir ‘Abba’ otra vez, poniendo
completamente en el Padre celestial, regresar a la casa del Padre y a los
brazos del padre” (Culppeper, 302). Sin embargo, la repentina toma de
conciencia de este joven está muy lejos de un arrepentimiento completo. Aunque
incluso practica un discurso en que admite sus pecados, parece más calculador
que arrepentido, parece un intento más en persuadir a su padre que en expiar
sus pecados, está más preocupado por sus circunstancias tan difíciles más que
por la injuria que le ha hecho a su familia. Este no era un joven atractivo al
principio de la historia, y ahora no se ha hecho atractivo repentinamente. Él
simplemente recuerda de qué lado su pan tiene mantequilla, y está buscando
cerrar un mejor trato.
b)
El padre tiene esclavos (doulos)
(vv. 22, 26), pero el hijo, en su discurso practicado, planea pedir que lo
reinstalen como un trabajador o trabajador por contrato (misthios) (v.
17, 19). Aunque podemos pensar en un esclavo como más bajo que un trabajador
contratado, la teoría prevalente es que un esclavo está en una relación más
cercana la familia que el trabajador contratado, es más parte de la familia, y
frecuentemente trabaja bajo la supervisión directa de su amo. El trabajador
contratado es empleado cuando se necesita, y se le puede dejar ir más
fácilmente (Lindeberg, 32). Si esta teoría es verdadera, el hijo más joven está
pidiendo regresar al círculo más externo de la constelación familiar.
c)
Bailey propone una alternativa. Él
cree que el hijo más joven, como un trabajador contratado, disfrutará de una
posición similar a la de un artesano independiente. Una posición igual a la de
su padre y hermano (Bailey, 176-177). Si esto es verdad, el hijo menor no
solamente le está pidiendo a su padre que lo salve, sino que también le
confiera un estado sólido. Esto, sin embargo, parece fuera de carácter para un
joven que está desesperado para escapar de su miseria. Su practicado discurso
(v. 19) debe persuadir a su padre para que lo acepte otra vez, y cualquier
indicación de que es un ardid para ganar otra vez su estatus hará que su padre
no lo reciba. Es difícil imaginar al hijo menor tomando tal riesgo, puesto que
su padre representa su última esperanza. Esta alternativa también parece fuera
de carácter con la despreciable actitud del hijo en los versículos 17-19.
VERSÍCULOS 20-24: SU PADRE AL VERLO, CORRIÓ, Y LO BESÓ.
a)
“Y levantándose, vino á su padre”
(v. 20a). Una hambruna se convierte en el instrumento de la salvación del hijo
menor. Solamente estando en el fondo es capaz de considerar el regreso a su
casa. Dios frecuentemente usa la adversidad para que regresemos a la cordura.
En la mayoría de los casos, nosotros provocamos nuestra propia miseria, pero
Dios siempre está listo para redimir nuestra miseria. Dios maneja el asunto de
hacer de Resurrecciones de nuestros Viernes de crucifixión.
b)
Debemos darle crédito a este jóven
por dar el primer paso. Su padre es su última esperanza, así que debe estar
demasiado temeroso de que su padre rechace su propuesta. ¿Qué haría si eso
sucede? Sería reducido a hacer las rondas de vecinos poco simpatizantes, o
tratar de encontrar empleo con otro granjero de cerdos. Imaginen la ansiedad
del jóven mientras camina el largo y polvoroso camino a casa. Podemos
imaginarlo practicando su pequeño discurso mientras camina, practicando hasta
que se le seca la boca. Pero, a pesar de estar tan temeroso, sigue poniendo un
pie en frente del otro, mostrando que su esperanza es más fuerte que su miedo.
c)
“Y como aun estuviese lejos, su padre le
vio, y fué movido á misericordia, y corrió, y se hecho sobre su cuello,
y le beso” (v. 20b). No parece
coincidencia que el padre lo ve desde lejos. Seguramente ha pasado largas y
muchas horas viendo al camino, esperando ver a su hijo. Podemos imaginar su
pulso acelerándose al primer vistazo, mucho antes de que pueda identificar a su
hijo con certeza. Aprieta los ojos y, tal vez, pide a uno de sus esclavos de
echar un vistazo. Cuando finalmente se atreve a creer que este es su hijo, su
corazón se llena con compasión y sus ojos con lágrimas. Ya sin poder
contenerse, hace a un lado toda dignidad y corre para abrazar a su hijo de
quien ha temido que estuviera muerto. Es este momento, lleno de gracia, que
hace esta una parábola tan amada.
d)
Se consideraba indigno que un
hombre corriera, pero al padre no le importa esa opinión popular. ¡Tiene un
hijo a quien recibir! ¡Este es un momento de resurrección! Su acto tal vez
también brota de un motivo secundario: dejar claro a su familia, siervos,
esclavos y vecinos que este jóven es su hijo otra vez. El padre da el tono. La
gente no puede rechazar al hijo sin también rechazar al padre.
e)
El hijo debe verse miserable
llegando por el camino: sudando, lleno de polvo, vestido en ropa sucia por el
cochinero donde estuvo. ¡Y no hay manera de decir cuándo comió su último
alimento!
f)
“Y el hijo le dijo: Padre,
he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu
hijo” (v. 21). Note que esto es solamente la primera parte del
discurso que el hijo había practicado por el camino. Su padre lo detiene antes
de que pueda pedir ser tratado como un trabajador contratado.
g)
“Mas el padre dijo á sus siervos:
Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos
en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta:
Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es
hallado. Y comenzaron á regocijarse” (v. 22-24). El padre toma decisiones
inmediatas para remediar la situación de su hijo. ¡Vistan a este jóven con ropa
de hijo! ¡Vístanlo para una fiesta! ¡Denle algo de comer! Es mucho mejor de lo
que el hijo esperaba y mucho mejor de lo que se merecía. Es un momento lleno de
gracia, uno de esos momentos hermosos cuando todos ganan, el padre y el hijo.
El hijo recibe algo mejor de lo que se merece, y el padre recibe, no un
trabajador contratado, sino un hijo.
h)
Las
ropas, el anillo, y las sandalias hablan de dignidad en la misma manera en que
un buen traje de seda lo hace hoy día. Estos detalles
denotan pertenencia a la familia, significan que el padre está regresando a
este jóven a la familia. Los siervos no usan trajes de seda – o túnicas,
anillos o sandalias – sino que usan ropas que los señalan como siervos. La túnica,
el anillo y las sandalias señalan a este jóven como un vástago de la familia:
el hijo del padre. Algunos estudiosos piensan que el anillo es un
anillo-sello, simbolizando así la autoridad del padre, pero esto es estirar
demasiado las cosas. “El hijo es honrado, pero no se le hace el
plenipotenciario de su padre” (Nolland).
i)
La carne no es parte usual de la
dieta diaria, sino que se reserva para ocasiones especiales. Cuando la carne se
requiere, una familia generalmente matará una oveja, porque el animal pequeño
representa una inversión pequeña y puede ser consumida más fácilmente dentro
del círculo de la familia. Reservan el becerro gordo para grandes
celebraciones, porque su tamaño más grande requiere a los vecinos, y tal vez
toda la villa, para que lo consuman y le hagan justicia. Al matar al becerro
gordo, el padre no solamente celebra el regreso de su hijo, sino que también
involucra a toda la comunidad. Así les envía el mensaje de que ha restaurado a
este hijo a su posición y por lo tanto también a la membresía de la comunidad.
VERSÍCULOS 25-30: Y SU HIJO MAYOR ESTABA EN EL
CAMPO.
a)
El hijo mayor estaba en el campo
haciendo lo que los hijos mayores hacen: trabajar como esclavo (véase v. 29) –
sirviendo fielmente – sacando la familia a flote. Parece
que, en medio de la emoción, el padre falló para mandar a alguien a decirle al
hijo mayor que el hijo menor había regresado. Tal vez sabía que el hijo
mayor arruinaría la celebración, y no podía aguantar llamarlo a casa temprano.
b)
La primera pista de la fiesta para
el hijo mayor fue el sonido de la música y la danza. Debe haber sido un
sentimiento de soledad venir de la quieta soledad de los campos al caer la
tarde, cansado y sucio, y escuchar la música y las danzas. También los hijos
mayores pueden disfrutar la música y la danza, pero necesitan tiempo para
prepararse: tiempo para planchar sus pantalones, sacar brillo a sus zapatos y
peinarse, necesitan tiempo para entrar en el ambiente. Para este hijo mayor, esta fiesta
era más una emboscada que una celebración. Y luego el criado le
da el tiro de gracia. El indigno hijo ha
regresado, y la fiesta es en su honor. ¡Ni preguntar por qué el hijo
mayor está enojado!
c)
“Entonces se enojó, y no quería
entrar” (v. 28a). “La negación del hijo (mayor) para unirse a una fiesta
en que el padre es el anfitrión deshonra al padre, igual que el hijo menor
deshonró al padre al pedir su parte de la herencia prematuramente” (Tannehill,
243). No pasen por alto la ironía: “El hermano
que estaba afuera ahora está adentro, mientras que el hermano que había estado
adentro ahora está afuera. Una vez más se escuchan las palabras de
Jesús: “Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos’”
(Block, 260).
d)
“Salió por tanto su padre, y le
rogaba que entrase”(v. 28b). El padre está lleno de gracia por su desobediente
hijo mayor de la misma manera en que lo estaba por su hijo menor. Él sale para
reconciliar al hijo mayor de la misma manera en que salió para recibir al hijo
menor. La diferencia es que el hijo menor estaba abierto al padre, pero la hija
mayor ha endurecido su corazón.
e)
Este es un momento tenso. El
gozo del padre es hecho pedazos. Estaba celebrando tener a sus dos hijos bajo
el mismo techo otra vez, pero ahora halla al hijo mayor afuera, sin querer
entrar a la casa para participar de la celebración. El padre estaba celebrando
el fin de la ruptura de su familia, pero ahora la encuentra rota en otro lugar.
f)
“Mas él, respondiendo, dijo al
padre: He aquí...”(v. 29a). Una forma de dirigirse respetuosamente al padre comenzaría
con la palabra “padre”, y no con “He aquí...” De esta manera el hijo mayor le
ordena a su padre que escuche a la trilla que está por dar – y así toma el
papel de un padre que reprende – asume una autoridad sobre su padre en lugar de
acceder a la autoridad de su padre sobre él.
g)
“He aquí, tantos años te sirvo...”
(v. 29b). “Aquí descubrimos... que este hijo, también, se ha alienado de su
padre, tal vez por un tiempo mucho mayor. Él ha “servido” a su padre por muchos
años... Pero él... nunca se ha sentido recompensado” (Johnson, 242). Al igual
que el hijo más jóven ha desdeñado su pertenencia a la familia queriendo
convertirse en un trabajador, también el hijo mayor ha desdeñado su pertenencia
al adoptar una actitud de esclavo.
h)
“No habiendo traspasado jamás tu
mandamiento...” (v. 29c), pero en ese momento simplemente se rehúsa a
aceptar el ruego del padre para que se una a la celebración (v. 28b). El hijo
menor demuestra su alejamiento abandonando el hogar. Ahora el hijo mayor
también demuestra que ha estado alejado, a pesar de vivir bajo el mismo techo
que su padre y (en su mente) haciendo la voluntad del padre. Ha intentado
ganarse el amor del padre, pero nunca se ha permitido creer que su padre lo
ama; y, posiblemente, nunca ha amado al padre. Los hijos mayores, al llevar los
marcadores y encontrar las faltas, encuentran difícil amar (y pueden ser
difícil de amar).
i)
“Y nunca me has dado ni un cabrito
para gozarme con mis amigos”(v. 29d). El hijo mayor admite que puede haber
encontrado gusto teniendo una fiesta con sus amigos, pero no puede encontrar
gusto en tener un hermano que ha regresado de entre los muertos. ¡Y esa es una
admisión condenatoria!
j)
La queja del hijo mayor tiene
mucho en común con la queja de los labradores en la viña: “Estos postreros sólo
han trabajado una hora, y los has hecho iguales á nosotros, que hemos llevado
la carga y el calor del día” (Mt. 20:12). Quienes hemos laborado largas horas
bajo un fuerte sol podemos apreciar la dificultad involucrada al ver a un
entusiasta, recién bañado y muy bien vestido, llevarse los honores.
k)
“El hijo mayor tiene razón: por
supuesto, que el penitente regrese a casa,... pero no a pan y agua, no a un
becerro gordo; a andrajos y no una nueva túnica; a ceniza, no a joyas; a
arrodillarse, no a danzar; a lágrimas, no a felicidad”
(Craddock, Preaching, 159). El hijo mayor puede usar otro trabajador:
alguien que le aligere la carga, alguien que cargue las órdenes. Lo que NO
necesita es una hemorragia de dinero ¡para honrar al derrochador de dinero hermano
menor! ¡Lo que NO necesita es un ayudante que usa seda en lugar de ropa de
trabajo, un anillo en lugar de guantes de trabajo, sandalias en lugar de botas!
Hay que dejar al hijo menor que venga a casa a enfrentar la música: a pagar su
deuda a la sociedad, a corregir las cosas. Después, mucho después, habrá tiempo
para considerar el perdón. Hay que dejar que el hijo menor sude primero. Hay
que darle tiempo para que se pruebe a sí mismo, para que se redima.
VERSÍCULOS 31-32: TÚ HERMANO HABÍASE PERDIDO Y ES HALLADO.
a)
“Hijo tú
siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas”(v. 31).
El hijo mayor no usó la palabra “padre” para dirigirse a su padre, pero su
padre sí usa la palabra “hijo” para dirigirse a él. El padre pudo haber usado huios
(hijo), pero en su lugar le dice teknon (mi pequeño), una palabra más
tierna y aceptante.
b)
El hijo mayor nunca reconoce al
hijo menor como su hermano, sino que se refiere a él solamente como “éste tu
hijo” (v. 30); pero el padre rehúsa dejar que eso interfiera, y se refiere a su
hijo menor como “éste tu hermano” (v. 32).
c)
El hijo mayor se rehúsa a entrar a
la casa para unirse a la fiesta (v. 28), esta es una tremenda afrenta pública
para el padre, porque debe asistir como anfitrión en una celebración. El padre,
sin embargo, no lo reprende, en su lugar le ruega para que cambie su decisión
(v. 28).
d)
En este duro desaire por su
hermano y su negación para entrar a la casa, el hermano mayor se coloca aparte,
no solamente de su hermano menor, sino también de su padre. Sus acciones
sugieren a la comunidad que se ha divorciado a sí mismo de la familia, un acto un
poco tan impactante como el de su hermano menor.
e)
“La
pródiga generosidad mostrada al hijo que estaba perdido fuera del hogar ahora
también se extiende al hijo que está perdido dentro del hogar” (Cousar, 227). El padre reafirma al hijo mayor que la presencia del
hijo menor no afecta el afecto del padre por el hijo mayor ni la herencia del
hijo mayor. Ambos están seguros, y siempre lo han estado. “El amor a los recolectores de impuestos y pecadores
para nada niega el amor por los fariseos y escribas” (Craddock, Intepretation,
188). Fariseos y escribas necesitan escuchar que su herencia no se disminuye
por el amor de Dios por los pecadores. También necesitan escuchar que no tienen
derecho a poner fronteras que excluyan a otros de la presencia de Dios.
f)
¿Pero qué puede decir el padre
para reafirmar a un hijo que no será reafirmado? Donde el hijo menor era
receptivo como una esponja, el hijo mayor era duro como la roca.
g)
“Mas era menester hacer fiesta y
holgar nos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido,
y es hallado”(v. 32). ¿Cómo puede alguien no
celebrar la resurrección de alguien amado? El problema, por supuesto, es
que el hijo mayor no ama al hermano menor, y hay alguna duda de que ame al
padre, e incluso alguna duda de que se ame a sí mismo. Jesús no nos dice el
resultado del ruego del padre, pero “el incómodo sentimiento permanece de que
tal vez todavía hay un hijo perdido” (Ringe, 209).
h)
Jesús relata su parábola en
respuesta a las murmuraciones de los fariseos y los escribas. El hijo mayor,
obviamente, es un fariseo o un escriba. Él trata de hacer todo bien, y no puede
tolerar a cualquiera que haga menos. “Es como aquellos que están tan
preocupados con guardar las fronteras de la gracia de Dios que no notan que con
el mero acto de pintar líneas se excluyen a sí mismos” (Nickle, 163).
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BIBLIOGRAFÍA:
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Peasant and Through Peasant Eyes: A Literary-Cultural Approach to the
Parables in Luke (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1976)
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Testament Commentary Series: Luke, Vol. 3 (Downers Grove, Illinois,
Intervarsity Press, 1994)
Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly
R.; McCann, J. Clinton; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A
Lectionary Commentary Based on the NRSV–Year C (Louisville: Westminster John
Knox Press, 1994)
Craddock, Fred B., Interpretation:
Luke (Louisville: John Knox Press,(1990)
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Holliday, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, C
(Valley Forge: Trinity Press, 1994)
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Green, Joel B., The New
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Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1997)