“Escándalo e incredulidad”
PASAJE BÍBLICO: Marcos 6:1-6.
EXÉGESIS:
CAPÍTULOS
3-6: EL CONTEXTO.
Ambas historias: la
visita de Jesús a su pueblo natal y la comisión de los doce son dos historias
separadas. La primera tiene que ver con creer o no creer. La segunda tiene que
ver con la llamada de los discípulos para proclamar el Evangelio. Ambas historias
tratan el tema de la aceptación o el rechazo de Cristo o sus representantes.
Brueggemann sugiere que el pastor escoja una de ellas en vez de intentar
integrarlas en un solo sermón (Brueggemann, 418).
Marcos sitúa estas
dos historias después de los milagros de capítulo 5: Jesús sana al
endemoniado Gadareno (5:1-20), Jesús
sana/resucita a la hija de Jairo (5:21-23, 35-43), y Jesús sana a la mujer con
una hemorragia (5:24-34). En estas historias, Jesús demostró sus maravillas en
ambos lados del Mar Galileo – el lado gentil al este y el lado judío al oeste.
Los que fueron testigos de sus maravillas, gentiles y judíos, quedaron
asombrados (5:20, 42). La visita de Jesús a su pueblo natal, por lo tanto, es
precedida por grandes demostraciones del poder de Jesús. Por lo que su pueblo
natal sabe de estos milagros, tiene razón para estar orgulloso. Pensaríamos que
le darían la bienvenida con un desfile – pero no lo hacen.
Sin embargo, ésta no
es la primera vez que se menciona la visita de Jesús a su pueblo natal en este
Evangelio. Durante una visita anterior, su familia “vino para prenderle: porque
decían: Está fuera de sí. Y los escribas que habían venido de Jerusalén, decían
que tenía á Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los
demonios” (3:21-22). Quizá no nos debe sorprender que su gente no le reciba de
manera más cariñosa durante su próxima visita.
Inmediatamente
después de estas dos historias, Marcos nos relata la muerte de Juan Bautista
(6:14-29). La llamada de los discípulos, por lo tanto, aparece justo en medio
de dos historias de profetas rechazados – Jesús es rechazado por su pueblo
natal (vv. 1-6a) y Juan es matado por el rey (vv. 14-29). Después de la muerte
de Juan Bautista, Marcos relata como los discípulos se juntaron con Jesús y le
contaron todo lo que habían hecho durante la misión en la que les había mandado
(6:30) – quizá sugiriendo que, no importa cuan oscuro sea el momento, la
iglesia continúa con su obra. Dios no será parado ni siquiera por la muerte de
uno de sus mejores sirvientes.
La noticia de la
muerte de Juan Bautista (6:14-29) se encuentra entre el relato de Jesús
mandando a los discípulos a cumplir una misión (6:7-13) y ellos contándole a
Jesús sobre sus resultados (6:30). Las historias del rechazo de Jesús en Nazarea
y la muerte de Juan demuestran la fuerza del mal ya preparado contra los
profetas de Dios y nos preparan para lo que se acerca para Jesús. También nos
preparan para la oposición que enfrentarán los discípulos de la temprana
iglesia y nos avisan que no debemos esperar que un mundo malo invite nuestro
testimonio de Cristo más cariñosamente de lo que lo hizo con Cristo.
VERSÍCULOS 1-3: Y SE ESCANDALIZABA EN
ÉL.
1Y salió de allí, y
vino á su tierra (griego: patrida), y le siguieron sus discípulos. 2Y llegado
el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole, estaban
atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta
que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas? 3¿No es éste
el carpintero (griego: tekton), hijo de María, hermano de Jacobo,
y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus
hermanas? Y se escandalizaban (griego: eskandalizonto –
escandalizaban – ofendían) en él.
“Su tierra” – griego:
patrida (v. 1). Patrida está relacionado a patros, la
palabra griega para ‘padre.’ Patrida puede significar tierra paterna,
pero aquí se traduce como pueblo natal. Aquí, Nazarea no se identifica por
nombre, pero antes Marcos nos dijo que “Jesús vino de Nazarea de Galilea”
(1:9). Desde entonces ha hecho su hogar en Capernaum (2:1; véase también Mateo
4:13), pero Nazarea es su pueblo natal – el lugar donde se crió – el lugar
donde vive su familia – el lugar adonde esperaríamos que él regresara a visitar
sus raíces.
Nazarea es una aldea
de unas 500 personas (Hare, 68; Edwards, 169) o de entre 1,600 a 2,000 personas
(Perkins, 592) – un pueblo lo suficientemente pequeño para que todos se
conozcan – y para que conozcan también sus idas y venidas. No es de esperar que
estos aldeanos fueran muy sofisticados o que se adaptaran fácilmente a nuevas
ideas.
“Y le siguieron sus
discípulos” (v. 1). Esto no se trata de un niño local que regresa a su hogar
para una visita casual. Jesús tiene a sus discípulos con él, y esto le marca
como Rabí.
“Comenzó á enseñar en
la sinagoga” (v. 2). El ministerio de Jesús se caracteriza por su enseñanza y
sus maravillas. La sinagoga es un centro religioso y social de la comunidad, y
enseñanza es una parte importante del trabajo de la sinagoga. En una época en
la que muchos no pueden leer ni tienen acceso a las preciosas volutas, oír las
escrituras leídas y explicadas en la sinagoga es la mejor manera de aprender
sobre su herencia religiosa. Sin embargo, este Evangelio no nos volverá a
mencionar ninguna otra ocasión en la que Jesús enseña en una sinagoga. De aquí
en adelante, enseñará en hogares (7:17, 24; 9:33; 10:10).
La gente está
sorprendida, y le asigna a Jesús sabiduría y maravillas. Parece que el pueblo
responde de manera favorable y que, como debe ser, está orgulloso de este niño
local que ha llegado a ser tan importante. Pero cuando preguntan, “¿No es éste
el carpintero hijo de María.... Y se escandalizaban en él” (v. 3). Aunque oyen
algo especial en las enseñanzas de Jesús – palabras de sabiduría – en vez de
atraerles, sus palabras les ofenden. “El desprecio de los ciudadanos nazarenos
está obviamente ligado a las raíces de Jesús. Sus expectativas excluyen la
posibilidad de que él no pueda ser nada más que un niño local haciéndose el
importante” (Brueggemann, 419).
“¿No es éste el tekton?”
(v. 3). Un tekton es un carpintero o cantero – seguramente, en este caso
se refiere a un carpintero. Tales oficios son respetados y bien pagados, y
“rabíes, por la naturaleza de su oficio, enseñan sin paga. Tal era la práctica
de Pablo” (Brooks, 99). Sin embargo, hay dos problemas aquí. El primero es que
Jesús no ha pasado por el entrenamiento formal por el que deben pasar los
rabíes. El segundo es que los escribas que habían venido de Jerusalén ya
andaban esparciendo rumores maliciosos de Jesús, diciendo “que tenía á
Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios”
(3:22). Los vecinos de Jesús, por lo tanto, no están dispuestos a aceptar que
él sea nada más que un tekton – un carpintero.
Luccock llama a estos
vecinos gente que “busca hechos” – gente que coloca su fe en hechos y que basan
sus conclusiones en la suma de estos hechos (Luccock, 727). Hoy se utiliza la
frase “cuenta habas” – gente que confía demasiado en datos – que no ve el
bosque por mirar demasiado los árboles – que está dispuesta a moverse en
direcciones equivocadas basándose en sus respuestas “correctas.”
“Hijo de María” (v.
3). Gente suele identificar a un hombre por su relación con su padre en vez de
con su madre, y así se le identifica en Juan 6:42. Es posible que para entonces
José ya haya fallecido, aunque esperaríamos que gente identificara a Jesús por
el nombre de su padre aún después de su muerte. Identificar a Jesús como el
hijo de María puede ser un comentario mal intencionado refiriéndose a la
legitimidad de su nacimiento.
Marcos nombra cuatro
hermanos de Jesús – Santiago, José, Judas, y Simeón. Antes, la familia
de Jesús “vino para prenderle: porque decían: Está fuera de sí” (3:21). Cuando
la gente le dijo a Jesús que su madre y hermanos le estaban esperando, él
respondió, “cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y
mi hermana, y mi madre” (3:35).
Después de la
resurrección, Jesús se le aparecerá a Santiago (1 Corintios 15:7). Santiago se
convertirá en apóstol (Galatos 1:9) y en un pilar de la iglesia en Jerusalén
(Galatos 2:9). Judas puede ser autor del libro del Nuevo Testamento que lleva
su nombre, pero no se sabe con seguridad. Sabemos poco de los demás hermanos y
hermanas de Jesús, “pero mención de los hermanos de Jesús reuniéndose con los
discípulos en Hechos 1:14, y referencias al adelphoi tou kuriou al lado
de Pablo, Pedro, y los demás apóstoles en 1 Corintios 9:5, sugieren que la
familia entera de Jesús eventualmente se unió a la iglesia” (France, 243).
Existe una antigua
controversia sobre los hermanos y hermanas de Jesús. Protestantes piensan de
ellos como hijos naturales de José y María. Católicos, favoreciendo la doctrina
de la perpetua virginidad de María, los consideran de otra manera – como primos
o hijos de José de un previo matrimonio.
Jesús experimentó
oposición por parte de demonios (1:24; 5:7), por parte de autoridades
religiosas (2:16, 18, 24; 3:6, 22), y aún por parte de su propia familia
(3:21), pero ésta es la primera vez que es rechazado por gente común judía. No
será la última vez (15:11-14).
VERSÍCULOS 4-6a: Y ESTABA MARAVILLADO
DE LA INCREDULIDAD DE ELLOS.
4 Mas Jesús les decía: No hay profeta
deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa. 5 Y no pudo
hacer allí alguna maravilla (griego: dunamin – la palabra de donde
viene la palabra ‘dinamita’); solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo
sobre ellos las manos. 6Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos.
“No hay profeta deshonrado
sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (v. 4). Jesús le añade
a un proverbio conocido, incluyendo ‘parientes’ y ‘casa’ – al hacer esto,
dibuja tres círculos concéntricos, cada círculo acercando el proverbio más a la
casa (Edwards, 174).
Cuando se aplica el
proverbio a si mismo, Jesús implica que es, ciertamente, un profeta, y que los
nazarenos son culpables de rechazarle, como tantas veces los israelitas han
hecho con los profetas.
Capítulos 4-5 están
llenos de maravillas – el calmar de la tormenta (4:35-41); el exorcismo del
endemoniado Gadareno (5:1-20); la
resurrección de la hija de Jairo (5:21-24; 35-43); y el sanar de la mujer de la
hemorragia (5:25-34).
El exorcizo tomó
lugar en territorio gentil, pero Jesús no puede hacer maravillas en su pueblo
natal. Está maravillado por su incredulidad (v. 6). Con esto surge el tema
entre la fe y el sanar. ¿Rehúsa Jesús sanar a los incrédulos – o quedan sus
maravillas constreñidas en presencia de incredulidad? – ¿Es él incapaz de sanar
a los incrédulos?
Creer que no poder
hacer un milagro de sanar muestra una falta de fe “es una manera común de
racionalizar oraciones no correspondidas, pero no constituye un concepto
bíblico” (Geddert, 136).
Cristianos con buenas
intenciones a veces hacen más daño a enfermos diciéndoles que la razón por su
enfermedad se basa en su falta de fe. La verdad es que gente llena de fe
también se pone enferma y muere. El Señor sana alguna gente de fe, pero no a
toda.
Existe un poco de
misterio aquí – un poco de ambigüedad que debemos aceptar. Quizá la mejor
explicación aquí es que hay dos fenómenos: Primero, incrédulos fallan al no
beneficiarse del poder de Dios. Segundo, Dios está menos dispuesto a actuar a
favor de gente incrédula. Más que esto, no podemos estar muy seguros.
______________________
BIBLIOGRAFÍA:
Barclay, William,
Gospel of Mark (Edinburgh: The Saint Andrew Press, 1954)
Brooks, James A, The New American Commentary: Mark (Nashville: Broadman
Press, 1991)
Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; and
Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the
NRSV -- Year B (Louisville: Westminster John Knox Press, 1993)
Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; Tucker, Gene M.,
Preaching Through the Christian Year, B (Valley Forge: Trinity Press
International, 1993)
Edwards, James R., The Gospel According to Mark (Grand Rapids: William
B. Eerdmans Publishing Co., 2002)
France, R.T., The New International Greek Testament Commentary: The
Gospel of Mark (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 2002)
Geddert, Timothy J., Believers Church Bible Commentary: Mark (Scottdale,
PA: Herald Press, 2001)
Grant, Frederick C. and Luccock, Halford E., The Interpreter's Bible,
Vol. 7 (Nashville: Abingdon, 1951)
Guelich, Robert A., Word Biblical Commentary: Mark 1 - 8:26 (Dallas:
Word Books, 1989)
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