PENTECOSTES
Hechos 2:1-21.
EXÉGESIS:
HECHOS DE LOS
APÓSTOLES DE LUCAS: PENTECOSTÉS EN EL CONTEXTO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES DE LUCAS.
Lucas escribió ambos,
el Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles – el Evangelio siendo la
historia de Jesús y Hechos siendo la historia de la temprana iglesia. Es una
lástima que los dos libros estén separados en el Nuevo Testamento por el
Evangelio de Juan, porque si pusiéramos los Hechos directamente después de Lucas
nos ayudaría a ver como lucen uno al otro –como los Hechos de los Apóstoles
sigue donde termina el Evangelio de Lucas. Esto es significante para la
historia de Pentecostés, porque el primer Pentecostés cristiano está
profundamente enraizado en el Evangelio de Lucas:
- Podemos pensar que
el primer Pentecostés cristiano empezó, no con las palabras, “Y como se
cumplieron los días de Pentecostés” (Hechos 1:1), sino con las palabras del
ángel a María, “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te
hará sombra” (Lucas 1:35). El Espíritu responsable por el nacimiento de Jesús
es también responsable por el nacimiento de la iglesia. El nacimiento de la
iglesia en Hechos 1-2 paralela el nacimiento de Jesús en Lucas 1-2.
- El regalo del
Espíritu Santo en Hechos 2 cumple la profecía de Juan Bautista en el Evangelio
de Lucas, “Os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).
- El Espíritu que
llena a los discípulos (Hechos 2:4) es el mismo Espíritu que descendió sobre
Jesús en su bautizo (Lucas 3:22).
- Jesús comenzó su
ministerio lleno del Espíritu (Lucas 4:1), igual que la iglesia (Hechos 2:4,
38).
- Jesús les dijo a
los discípulos que no se preocuparan sobre qué dirían cuando aparecieran frente
las autoridades, porque el Espíritu les enseñaría (Lucas 10:11-12) – una
profecía que veremos cumplida en Hechos (4:8, 5:29-32; 6:10; 7:1-55; 13:46-47;
16:35-39; 21:37 – 22:39; 23:6-10; 24:10-21; 25:1-12; 26:1-32; 28:23-30).
CAPÍTULO 2: JUNTOS EN UN LUGAR.
Pentecostés es el día
que la iglesia celebra su nacimiento y el regalo del Espíritu Santo.
La lectura para esta
semana (vv. 1-21) es la primera mitad de la historia de Pentecostés, e incluye
la primera parte del sermón de Pedro. Los versículos subsiguientes (vv. 22-36)
contienen el resto del sermón, y concluye con la acusación, “Sepa pues
ciertísimamente toda la casa de Israel, que a éste Jesús que vosotros
crucificasteis, Dios ha hecho Señor y Cristo. Entonces oído esto, fueron
compungidos de corazón, y dijeron a Pedro y á los otros apóstoles: Varones
hermanos, ¿qué haremos? Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros
hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios
llamare” (vv. 38-39). Tres mil personas responden a esta invitación y son
bautizadas (v. 41). Nuestra lectura para esta semana no incluye “el resto de la
historia,” como diría Paul Harvey, pero no podemos serle justos a esta lectura
si no sabemos adónde va la historia.
Al ocurrir este
sermón, Pedro aún no está convencido de traer gentiles a la iglesia excepto a
prosélitos (véase Hechos 10). Sin embargo, en v. 17 y 39, dice más de lo que
sabe. La iglesia pronto se abrirá a “toda carne” (v. 17) – a “para todos los
que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (v. 39) – a judíos
y gentiles, mujeres y hombres, negros y blancos, esclavos y aquéllos en
libertad. En ese momento, Pedro pretende que su sermón sea solo para judíos –
judíos de todo el mundo, incluyendo prosélitos – pero solo judíos.
VERSÍCULOS 1-4: VIENTO Y FUEGO.
1Y como se cumplieron
los días de Pentecostés (griego: sumplerousthai – fueron cumplidos),
estaban todos unánimes juntos; 2Y de repente vino un estruendo del cielo como
de un viento recio que corría (griego: pnoes – viento, aliento), el cual
hinchió toda la casa donde estaban sentados; 3Y se les aparecieron lenguas
repartidas (griego: glossai), como de fuego, que se asentaron sobre cada
uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar
en otras lenguas (griego: glossais), como el Espíritu les daba que
hablasen.
Lucas empezó su
Evangelio con la historia del nacimiento de Jesús. Empieza el libro de Hechos
con la historia del nacimiento de la iglesia. Primero vino el Mesías; ahora
viene el Espíritu Santo.
“Y como se cumplieron
los días de Pentecostés (griego: sumplerousthai – fueron cumplidos)” (v.
1). El “cumplimento” es importante aquí. Jesús prometió, “Seréis bautizados con
el Espíritu Santo no muchos días después de estos” (Hechos 1:5). Ahora, su
promesa está cumplida.
Pentecostés también
es conocido como el Festival de la Cosecha. “No es accidental, por supuesto,
que el nacimiento de la iglesia, esta gran ‘cosecha’ de almas, ocurriera en
este importante festival” (Cousar, 329).
Pentecostés también
es conocido como el Festival de Semanas. Lev. 23:15-21 requiere que judíos
observen el Festival de Semanas cincuenta días después de ofrecer la gavilla de
cebada en el Festival del Pan Ácimo. Específicamente, “Hasta el siguiente día
del sábado séptimo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis nuevo presente
a Jehová” (Lev. 23:16). Así fue como el festival se llegó a conocer como el
Festival de Semanas porque, al contar, eran siete sábados – siete semanas – una
semana de semanas. Num. 28:26-31 y Deut. 16:9-12 proporcionan detalles de las
ofrendas que serían ofrecidas y las personas que se deberían incluir.
La palabra griega
“Pentecostés” significa cincuenta. Esto refleja el contar los cincuenta días.
Es uno de tres grandes festivales de peregrinación (los otros dos son la Pascua
y el Festival de Tabernáculos), al que los judíos que viven cerca de Jerusalén
deben asistir y al que judíos de otras naciones peregrinan como pueden. Tanto
como 180,000 personas asisten, dos-tercios de ellas son extranjeros.
Eruditos creen que,
en algún momento, Pentecostés se convirtió “principalmente en una celebración
del regalo de la Ley de Moisés al pueblo de Israel, (recordándole al pueblo
judío) del intervalo de cincuenta días entre la Pascua en Egipto y el regalar
la ley en el Monte de Sinaí” (Walaskay, 34) – pero es incierto si este
significado prevalecía en el tiempo del primer Pentecostés cristiano. Paralelos
entre la experiencia de Moisés y el primer Pentecostés cristiano incluyen:
- El viento y fuego
de Pentecostés paralelan los truenos y relámpagos de Sinaí (Hechos 2:2-3; Exod.
19:16).
- Pedro paralela
Moisés como el portavoz de Dios (Hechos 2.14-40); Éxodos
31:12).
- El hablar en
lenguas, inspirado por el Espíritu, por parte de 120 discípulos en Pentecostés
paralela el regalo de Dios del Espíritu en Sinaí a los Setenta que profesaron (Hechos
2:1-4; Num. 11:16-30).
- “En ambas
ocasiones, hay un énfasis en la salvación del Señor y la oferta de una nueva
relación entre el Señor y el pueblo (2:21, 38-39; Éxodos 19:4-6)” (Faw).
Estos eventos toman
lugar en Jerusalén. “Para Lucas, Jerusalén no es solamente un lugar geográfico,
pero también tiene significado teológico; es el lugar de la tentación (Lucas
4:9-13) y de la muerte (Lucas 9:31; 13:33; 18:31-32). Entonces, el camino de
Jesús es hacia Jerusalén, donde sufre, muere, y resucita... En contraste, el
camino de la iglesia es desde Jerusalén hacia Roma (Hechos 1:8)” (Randolph y
Kingsbury, 3). La gente que está reunida en 2:1 son, supuestamente, los 120
discípulos mencionados en 1:15. La mención de una casa en 2:2 sugiere la
posibilidad de que hayan regresado al cuarto de arriba. Si es así, está claro
que van afuera para predicarle a la muchedumbre.
“Y de repente vino un
estruendo del cielo como de un viento recio que corría.... Y se les aparecieron
lenguas repartidas (griego: glossai), como de fuego, que se asentaron
sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron
a hablar en otras lenguas (griego: glossais), como el Espíritu les daba
que hablasen” (vv. 2-4). Después de la crucifixión, muchos cristianos se retiraron
para esconderse y esperaron silenciosos que Dios actuara. ¡Ahora la hora ha
llegado! ¡Los cielos rugen! ¡El fuego arde! ¡El Espíritu de Dios llena! ¡Los
discípulos predican! ¡Muchedumbres se preguntan! “El primer regalo del Espíritu
es el don del habla, la habilidad de hablar en idiomas diferentes..., y el
primer fruto del Espíritu es el don de proclamación” (Willimon, 30).
Anote el juego de
palabras en vv. 3-4 entre lenguas (glossai) de fuego y el hablar en
otras lenguas (glossais) – una sutileza a menudo escondida en la
traducción.
Viento y fuego, dos
grandes símbolos de Pentecostés, testifican de la presencia de Dios entre estos
discípulos:
- “Vino un ruido como
una ráfaga de viento repentino (griego: pnoes – viento o aliento)” (v.
2). Durante la creación del mundo, “el Señor formó al hombre del polvo de la
tierra, y respiró en su nariz aliento de vida; y el hombre se hizo un ser
viviente” (Gen. 2:7). Entonces, Dios respiró su aliento sobre Israel, el primer
pueblo de Dios, y sus huesos muertos revivieron (Ezekiel 37:7-10). Ahora, en
Pentecostés, el gran viento/aliento de Dios respira vida en el nuevo pueblo de
Dios – la iglesia.
- “Y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentaron sobre cada uno
de ellos” (v. 3). En el Antiguo Testamento, Dios demostró su presencia como
“dejóse ver un horno humeando, y una antorcha de fuego” (Gen. 15:17) – y “una
llama de fuego en medio de una zarza” (Éxodos 3:2-6) – y “una columna de fuego”
(Éxodos 13:21) – y humo y fuego en Sinaí (Éxodos 19:18) – y “un fuego
abrasador” (Éxodos 24:17). Dios usó fuego para demostrar su poder y la
impotencia de los profetas de Baal – y para declarar sentencia sobre los
profetas de Baal (1 Reyes 18:17-40). Dios usó fuego para declarar sentencia
sobre Sodomón y Gomera (Gen. 19:24) – y Egipto (Éxodos 9:23-24) – y sobre los
israelitas que construyeron el becerro
de oro (Éxodos 32:20). Dios también le instruyó a Israel que hiciera ofrendas
quemadas de fuego para reparar sus pecados (Éxodos 29:18). Ahora, en Pentecostés,
lenguas de fuego acercan la muchedumbre a los discípulos y al mensaje que
proclaman. Lenguas de fuego y hablar en lenguas son milagros que
proclaman la presencia de Dios y validan el estatus de los discípulos como
gente de Dios – sirviendo el gusto de Dios y por el poder de Dios.
Pedro será el gran
predicador este día, pero anote el énfasis en la comunidad de fe. “Estaban
todos unánimes juntos” (v. 1). “Lenguas repartidas se asentaron sobre cada uno
de ellos” (v. 3). “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a
hablar en otras lenguas” (v. 4). El regalo del Espíritu no es un regalo solo
para creyentes especiales, sino que es un regalo para todos los que están
dentro de la comunidad de creyentes. El ejemplo de esos primeros discípulos en Pentecostés
nos ofrece lecciones para hoy:
- Pedro y
los demás discípulos aprendieron las escrituras a una temprana edad.
Esto le da más autoridad y profundidad a su proclamación. La iglesia hoy tiene
la responsabilidad de enseñarles las escrituras a niños y adultos. En los
últimos años, a menudo hemos actuado como si fuera más importante enseñar los
principios derivados de las historias bíblicas en vez de las historias mismas,
pero, necesitamos recuperar un profundo respeto por las historias y asegurarnos
de que nuestros niños las conocen. También, en los últimos años hemos usado la
frase ‘estudio bíblico’ para referirnos a cualquier tipo de estudio – el
estudio de cualquier libro por algún autor cristiano – el estudio de libros
como Creer y adelgazar. Raras veces nuestros estudios bíblicos tienen
algo que ver con la Biblia.
- El Espíritu que le
dio vida al primer Pentecostés cristiano continúa dándole vida a la iglesia
hoy.
- La respuesta de la
temprana iglesia a su bautizo fue dedicarse “Y perseveraban en la doctrina de
los apóstoles, y en la comunión, y en el partimiento del pan, y en las
oraciones” (2:42). Esto sirve de modelo de cuatro puntos, excelente para el
programa de la iglesia hoy.
- Los discípulos
salieron de las puertas cerradas para encontrar a la gente donde estaba. Así,
la iglesia hoy debe salir de sus santuarios y confrontar a la gente donde vive.
Hablar en “otras lenguas” en
Pentecostés es diferente al hablar en lenguas que Pablo describió en sus epístolas:
- En Pentecostés, el
propósito de hablar en otras lenguas es la comunicación, el hacer posible que cada
persona comprenda en su propia lengua. No requiere interpretación. No existe
documentación de que los apóstoles usaran este don en otra parte de su obra
misionaria, seguramente porque no es necesaria. La mayoría de los judíos
hablaba y/o comprendía arameo y griego.
- El ‘hablar en
lenguas’ al que Pablo se refiere es el habla extática que impide
comunicación a no ser que se proporcione un interprete (1 Cor. 12-14). Pablo lo
ve como un don legítimo, pero no como el mejor regalo y, por supuesto, no tan
esencial (1 Cor. 13:1).
- “Las ‘otras’
lenguas de Pentecostés y el don de lenguas que más tarde fueron proporcionados
a los creyentes tienen esto en común: ambos requerían una entrega llena de
Espíritu” (Ogilvie, 65).
La cuestión es si
Pentecostés se trata del milagro de hablar, oír, o ambos. Lucas nos
dice que “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en
otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen” (v. 4), entonces, parece
que se trata de un milagro de hablar. “Cada uno les oía hablar su propia lengua”
(v. 6) sugiere que podía haber sido un milagro de oír también.
“La iglesia de Cristo
todavía habla en muchas lenguas, y aunque su habla ya no es normalmente de
carácter supernatural que marcó el día de Pentecostés, el mensaje es el mismo –
las grandezas de Dios” (Bruce, 53).
VERSÍCULOS 5-13: LA LENGUA NATIVA DE CADA UNO.
5Moraban entonces en
Jerusalén Judíos, varones religiosos, de todas las naciones debajo del cielo.
6Y hecho este estruendo, juntóse la multitud; y estaban confusos, porque cada
uno les oía hablar su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo:
He aquí ¿no son Galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo, pues, les oímos
nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en que somos nacidos? 9Partos y
Medos, y Elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea y en Capadocia,
en el Ponto y en Asia, 10En Phrygia y Pamphylia, en Egipto y en las partes de
África que está de la otra parte de Cirene, y Romanos extranjeros, tanto Judíos
como convertidos, 11Cretenses y Árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas
las maravillas de Dios. 12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciendo los
unos á los otros: ¿Qué quiere ser esto? 13Mas otros burlándose, decían: Que
están llenos de mosto.
Esta primera llamada
a ser discípulos toma lugar para “Judíos, varones religiosos, de todas las
naciones debajo del cielo” (v. 5). La hora llegará cuando Pedro proclamará
Cristo a los gentiles, pero la primera llamada es para judíos (Rom. 1:16; 2:9).
“Judíos ocupan el lugar central en el mundo narrativo de Lucas; por esta razón,
debemos estar alertos a las sutilezas de su uso aquí. En particular, ellos son
judíos ‘piadosos’” (Wall, 55-56).
“Cada uno les oía hablar su
propia lengua” (v. 6). Pentecostés reversa el maleficio de la historia de Babel, en la
cual “Confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció
sobre la faz de toda la tierra” (Gen. 11:9).
Asombrados, la gente
preguntó, “He aquí ¿no son "Galileos todos estos que hablan?” (v. 7).
Judea, hogar de Jerusalén, es urbana, pero Galilea está en ‘los palos.’ La
muchedumbre no espera un lenguaje sofisticado de los galileos, pero eso es lo
que se encuentran. “El lenguaje del Espíritu no se comunica con perfecta o
celestial dicción, libre de todo rasgo de identidad humana; es el lenguaje de
los particulares grupos humanos, hablado en su idioma” (Wall, 58).
Como el ruido del
viento y las llamas de fuego, estas lenguas atraen la atención de la gente –
reúnen a las masas. Hay algo conmovedor de oír su propio idioma mientras se
encuentra lejos de su hogar. Sus oídos se afilan al oír a los discípulos hablar
en la vernácula de su pueblo.
Lucas nos dice que la
muchedumbre se ha reunido “de todas las naciones debajo del cielo” (v.
5), y nombra las naciones. Varias de ellas están ubicadas en la zona que hoy es
Turquía o Irak. Dos de ellas, Egipto y Libia, están en el norte de África.
Creta es una isla en el Mediterráneo. Menciona Judea, la provincia donde se
encuentra Jerusalén, y Roma. También menciona árabes, que vendrían del este y
el sur. Para ver la cantidad de naciones involucradas, mire un mapa moderno de la
zona. Empiece con Roma, y siga hacia el este hasta Turquía – después, siga
hacia el sur y el este por Irak y Arabia Saudita – después, siga hacia el oeste
por Egipto y Libia – y después, siga hacia el norte a través del Mediterráneo
hasta Roma. Verá que ha calcado un círculo con Judea y Jerusalén en el centro.
Todos están
asombrados de oír sus propias lenguas. Está claro que comprenden, porque hablan
de un mensaje de “las maravillas de Dios” (v. 11). Sin embargo, aunque
comprendan el lenguaje, no están seguros de su significado (v. 12).
Algunos se burlan de
los discípulos, diciendo, “Están llenos de mosto” (v. 13) – jugo de
uva sin fermentar – vino sin alcohol. Sus burlas menosprecian a los discípulos
e intentan disminuir su autoridad.
VERSÍCULOS 14-15: OÍD MIS PALABRAS.
14Entonces Pedro,
poniéndose en pie con los once, alzó su voz, y hablóles diciendo: Varones Judíos, y todos
los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
15Porque éstos no están borrachos, como vosotros pensáis, siendo la hora
tercia del día.
Es interesante que
sea Pedro el que predica en esta gran ocasión. Solo siete semanas antes, él
negó a Cristo tres veces (Lucas 22:56-62). Durante esas siete semanas, Pedro y
los demás discípulos fueron transformados por sus encuentros con el Cristo
resucitado. Ahora, en Jerusalén, Pedro y los discípulos están llenos del
Espíritu Santo. El Espíritu es el poder detrás de este sermón. El Espíritu es
responsable por la abrumadora respuesta de la muchedumbre.
“Porque éstos no están borrachos,
como vosotros pensáis, siendo la hora tercia del día” (v. 15). Pedro
desvía humor con humor, diciendo que es demasiado temprano en el día para estar
borracho. Ésta es “la hora del rezo de la mañana, antes de la cual un judío no
podría comer” – mucho menos emborracharse (Macgregor, 43).
VERSÍCULOS 16-21: HABLADO POR MEDIO DEL PROFETA
16Mas esto es lo que
fue dicho por el profeta Joel:
17Y será en los
postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y
vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros mancebos verán
visiones, y vuestros viejos soñarán sueños: 18Y de cierto sobre mis siervos y
sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19Y
daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego
y vapor de humo: 20El sol se volverá en tinieblas, y la luna en sangre, Antes
que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; 21Y será que todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo.
Pedro cita Joel
2:28-32, donde Joel profetizó que Dios derramaría su Espíritu “sobre toda
carne” (v. 17). Pedro vuelve a interpretar las palabras de Joel para
señalar a la salvación que viene a “todo aquel que invocare el nombre del
Señor” (v. 21). “El propósito de todas estas manifestaciones de poder divino es
abrir la puerta a la fe sin condición previa, para que cualquiera que invoque
la autoridad del Señor o dirija una petición en su nombre viva renovación y
transformación” (Kee y Gomes, 9).
“En los postreros días” (v. 17). “Los
‘postreros días’ empezaron con la aparición de Cristo en la tierra y serán
consumados con su reaparición; son los días en que la edad venidera entra en la
edad presente. Por eso vemos la seguridad con la que Pedro cita las palabras
del profeta y declara ‘Éste es el momento’” (Bruce, 61).
“Derramaré de mi Espíritu sobre
toda carne” (v. 17). Estas palabras de Joel acogen un ancho espectro de gente –
toda carne – sus hijos e hijas – sus jóvenes y ancianos – mis siervos, hombres
y mujeres (vv. 17-18). Cuando dice estas palabras, Pedro todavía es un judío
dirigiéndose a judíos, y su visión no es tan ancha como lo que sugieren sus
palabras. En Pentecostés, Pedro cree que “todo aquel que invocare el nombre del
Señor” (v. 21) significa solo los que aceptan la religión judía. En capítulo 2
el Espíritu Santo le inspira a decir cosas que abren la puerta más de lo que él
comprende. Al pasar el tiempo, el Espíritu se estrechará a “toda carne,”
incluyendo a los gentiles. Pedro no comprenderá esto hasta pasar por su
experiencia en el tejado en Hechos 10. Literalmente, llevará un acto de Dios
para ampliar su visión.
“Y será que todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (v. 21). “Para Pedro el
‘Señor’ en el contexto de este sermón era Jesucristo. Todo lo que siguió en el
sermón – la muerte de Cristo, su resurrección, su exaltación – apuntaban en la
misma dirección. Quien invoque su nombre, quien le confiese como Señor, será
salvado” (Pohill).
El cumplimiento de
esta profecía empieza cuando tres mil personas invocan el nombre del Señor y
son salvadas (v. 41). Eso será solo el principio. Estas tres mil almas son de
“todas las naciones debajo del cielo” (v. 5). La mayoría de ellos,
probablemente unos dos mil, son peregrinos de otras tierras. Regresarán a sus
hogares, para siempre cambiados por su bautizo de Pentecostés. La chispa que
llevan en sus corazones difundirá el fuego de Pentecostés por todas partes.
El fuego continúa
difundiéndose. Varias iglesias de los Estados Unidos y de otras naciones occidentales
mandan misionarios a países como Asia y África. Ahora, coreanos están mandando
misionarios a los Estados Unidos. Viejas denominaciones se desvanecen, pero
nuevas denominaciones surgen para tomar su lugar – y nuevos conversos
revitalizan las viejas denominaciones. A menudo cristianos se encuentran con
grandes obstáculos, pero perseveran en que “Y será que todo aquel que invocare
el nombre del Señor, será salvo” (v. 21).
-------------------------------
BIBLIOGRAFÍA:
Barclay,
William, The Daily Study Bible, The Acts of the Apostles (Edinburgh: Saint
Andrew Press, 1953).
Boice, James Montgomery, Acts: An Expositional Commentary (Grand Rapids: Baker Book House Co., 1997).
Bruce, F. F., The New International Commentary on the New Testament: The Book of Acts (Revised) (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1988).
Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R.; McCann, J. Clinton; and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV, Year C (Louisville: Westminster John Knox Press, 1994).
Craddock, Fred B.; Hayes, John H.; Holliday, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year, C (Valley Forge: Trinity Press, 1994).
Faw, Chalmer E., Believers Church Bible Commentary: Acts, (Scottdale, PA: Herald Press, 1993).
Ferris, Theodore P. and Macgregor, G. H. C., The Interpreter's Bible: Acts-Romans, Vol. 9 (Nashville, Abingdon Press, 1954).
Kee, Howard Clark and Gomes, Peter J., Proclamation 2, Pentecost 1, Series C (Philadelphia: Fortress Press, 1980).
Ogilvie, Lloyd J., The Communicator's Commentary: Acts (Waco: Word Books, 1979).
Pohill, John B., New American Commentary: Acts (Nashville: Broadman Press, 1992).
Randolph, David and Kingsbury, Jack, Proclamation, Pentecost 1 (Philadelphia: Fortress Press, 1975).
Walaskay, Paul, Westminster Bible Companion: Acts, (Louisville: Westminster John Knox Press, 1998).
Wall, Robert S., The New Interpreter's Bible: Acts, Romans, 1 Corinthians, Vol. X (Nashville: Abingdon Press, 2002).
Willimon, William H., Interpretation, Acts (Atlanta: John Knox Press, 1988)
No hay comentarios:
Publicar un comentario