“Sermones 2011”
“COMPROMISO ESPIRITUAL”
“Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor,
y luego a nosotros por la voluntad de Dios”
2 Corintios 8:5
Pastor Cesar Barrios.
Introducción
En este mundo, hay personas tremendamente comprometidas.
Por ejemplo: Atletas, que pasan horas cada día practicando un deporte, para competir en los
juegos olímpicos. Su vida está totalmente dominada por ese deporte.
Políticos, que dedican toda su vida, tiempo, dinero, amistades, etc. para lograr
ocupar un puesto importante en el mundo político.
Artistas, que pasan horas ensayando música, movimientos, etc., para lograr un
nuevo ‘hit’ mundial.
Por la década de los ’60, un joven norteamericano escribió una carta dirigida a su novia, en la que le informaba de su decisión de romper el noviazgo. En esa carta expuso su compromiso con el comunismo, como la razón principal por esta decisión. Leamos lo que escribió:
“Nosotros los comunistas morimos a cada rato. Nos disparan, nos ahorcan, nos
encarcelan, nos ridiculizan, nos despiden de nuestros trabajos, y hacen nuestra vida
imposible en muchas maneras. Un porcentaje de nosotros morimos, o somos
encarcelados. Vivimos en gran pobreza. Entregamos al Partido Comunista todo el
dinero que nos sobra.
Nosotros los comunistas no tenemos el dinero o el tiempo para ir al cine, o para comer
en restaurantes, o para tener bonitas casas, o un carro nuevo. Dicen que somos fanáticos, y lo somos. Nuestras vidas están dominadas por una gran verdad: la lucha de las masas, para establecer el comunismo mundial.
Nosotros los comunistas tenemos una filosofía de vida que ningún monto de dinero
podría comprar. Tenemos una causa por la cual luchar, tenemos un propósito muy claro
en la vida. Subordinamos nuestros deseos personales para poder promover un gran
movimiento mundial. Hay una cosa de la cual estoy muy en serio, y es la causa del
comunismo. Ella es mi vida, mi negocio, mi religión, mi pasatiempo, mi enamorada,
mi esposa, mi amante, mi comida y bebida. Todo el día me dedico a esta causa, y por la
noche sueño con ella. Por lo tanto, no puedo tener una amistad, un enamoramiento, ni
siquiera una conversación, sin relacionar todo con esta causa que está guiando y
conduciendo mi vida…Ya estuve en la cárcel por esta causa, y si sea necesario estoy
dispuesto a morir por ella”.
¡Ojalá tuviéramos más creyentes con esta clase de compromiso espiritual! La realidad es que la vida cristiana requiere de esta clase de compromiso absoluto. Pablo lo expresa elocuentemente, en pasajes tales como Gál 2:20 o Fil 3:8-14.
Al escribir a los creyentes en Corinto, Pablo hace referencia a un grupo de cristianos que le había impresionado tremendamente con su compromiso espiritual. Eran los creyentes de macedonia (2 Cor 8:1).
¿Quiénes fueron estos creyentes? Eran los miembros de “las iglesias de Macedonia” (v.1). Seguramente había varias iglesia en Macedonia, pero solo conocemos bien a dos de ellas. La Iglesia en Filipos (Hch 16:6-12), y la Iglesia en Tesalónica (Hch 17:1-4).
¡Ellos eran modelos de creyentes tremendamente comprometidos con el evangelio!
Veamos algunos detalles de estas iglesias, que evidencia su compromiso espiritual:
Habiendo escuchado el testimonio de los miembros de estas iglesias (¡y recordemos que no tenían pastores para guiarles!), dos preguntas surgen:
¿De dónde vino este compromiso?
¿Cómo se manifestó este compromiso?
Veamos estos dos puntos:
1. La Raíz del Compromiso Espiritual
Pablo no nos deja en duda acerca del origen del tremendo compromiso espiritual de estos creyentes en Macedonia. Afirma que se debía a “la gracia de Dios” que fue dada a estos creyentes (2 Cor 8:1). ¿Cómo se dio esta “gracia”? La gracia de Dios se manifestó en tres maneras particulares
i. La elección de Dios a la salvación (1 Tes 1:4). Estas personas manifestaron un tremendo compromiso espiritual, en primer lugar, porque Dios los había escogido para la salvación. Él había propuesto salvarlos, y al salvarlos quería usarlos en la obra. Por ende, su compromiso espiritual, como creyentes, fue el resultado de la elección de Dios. ¡Entendieron que Dios tuvo un propósito al salvarlos, y querían cumplir ese propósito! Vemos como Pablo mismo experimentó esto (Gál 1:15-16).
ii. La obra del Espíritu Santo. Cuando Pablo predicó el evangelio en Filipos, halló que Dios había preparado el corazón de Lidia, para escuchar la Palabra de Dios (Hch 16:14). Cuando se dio el terremoto, y el carcelero estaba por matarse, Dios tocó su corazón, y exclamó a Pablo, “¿qué debo hacer para ser salvo?” (Hch 16:30). Evidentemente el Espíritu Santo estaba obrando poderosamente en la vida de estas personas. Luego, como creyentes, estas personas manifestaron un tremendo compromiso espiritual.
Lo mismo pasó en Tesalónica. Cuando Pablo predicó el evangelio, el Espíritu
Santo obró poderosamente en la vida de ciertas personas, para que ellas aceptaran el
mensaje de salvación (1 Tes 1:5). Ese mismo Espíritu siguió obrando en ellos,
produciendo, en forma natural, un tremendo compromiso espiritual, en su vida
cristiana.
iii. Una verdadera conversión. Cuando Pablo escribió a los miembros de la Iglesia en Filipos, afirmó la confianza que tenía de su verdadera conversión. Les dijo, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará…”(Fil 1:6). Pablo estaba convencido de ello. ¿Cómo estaba tan seguro de la realidad de su conversión? Por los frutos en sus vidas, que incluyó el compromiso espiritual, manifestado en las ofrendas que le habían enviado. Y Pablo sabía que si Dios había comenzado esa “buena obra” en ellos, la iba a continuar. La clave de su compromiso espiritual permanente era la obra de Dios en sus vidas.
Lo mismo fue cierto en cuanto a los creyentes en Tesalónica. Ellos manifestaban
un tremendo compromiso espiritual, porque habían experimentado una verdadera
conversión, como Pablo afirma en 1 Tes 1:5-7.
En las dos iglesias, fue la “gracia de Dios” que impactó sus vidas en tal manera, que los llevó a manifestar un tremendo compromiso espiritual. Ellos experimentaron lo mismo que el apóstol Pablo (1 Cor 15:10).
Reflexión: ¿Somos verdaderamente concientes de la gracia de Dios en nuestras vidas?
¡Nunca manifestaremos un gran compromiso espiritual hasta que seamos conscientes de la gracia de Dios en nuestras vidas!
* El verdadero compromiso espiritual es el fruto natural de la gracia de Dios.
Pero, ¿por qué se manifestó la gracia de Dios en estas iglesias?
Por un lado, se debió a la soberanía de Dios. Sin embargo, por otro lado, se debió a la predicación del verdadero evangelio. Si no predicamos el verdadero evangelio, no podemos esperar que la gracia de Dios se manifieste; y si esta gracia no se manifiesta, entonces nuestras iglesias no estarán llenas de creyentes comprometidos con el Señor, como los creyentes en Filipos y en tesalónica.
ADVERTENCIA:
Si predicamos un evangelio ‘diluido’, produciremos cristianos ‘diluidos’, con un compromiso ‘diluido’.
Es más, si somos líderes, y vivimos una vida cristiana ‘diluida’, entonces produciremos cristianos con una vida espiritual ‘diluida’.
Habiendo notado la raíz del compromiso espiritual de los creyentes en Macedonia, pasamos a ver, en segundo lugar:
2. La Manifestación del Compromiso Espiritual
¿Cómo se manifestó el compromiso espiritual en sus vidas? En 2 Cor 8:5, Pablo menciona dos cosas generales:
a. En una Entrega al Señor (“se dieron a sí mismos primero al Señor”, 2 Cor 8:5)
El contexto de 2 Cor 8 es la ofrenda que Pablo había pedido para los creyentes pobres, en Jerusalén. Al escribir a los creyentes en Corinto, motivándoles a ser generosos en dar, Pablo cita el ejemplo de los creyentes en Macedonia. Lo que hicieron fue algo tremendo, que impresionó profundamente a Pablo (2 Cor 8:2-4).
¿Cómo explicar esta generosidad, y deseo ferviente de dar en forma tan sacrificial?
Pablo responde - ¡Se dieron primero al Señor! 2 Cor 8:5. ¡Qué tremendas palabras de Pablo! Esta es la primera manera en la que se debe manifestar el compromiso espiritual del creyente. Tenemos un ejemplo de ello en 1 Tes 1:9-10.
El evangelio que Pablo predicó, les llevó a entender que sus vidas ya no les pertenecían (ver Rom 8:22). Lo podían ver ilustrado en la vida de Pablo (Gál 2:20; 2 Cor 4:5; 1 Tes 2:4-8). Por ende, cuando comenzaron a vivir la vida cristiana, la vivieron con compromiso. En un sentido, era natural que lo hicieran – porque lo habían escuchado en la predicación, y lo habían visto en la vida de Pablo (ver Hch 16:25, 40; 1 Tes 2:1-12).
ADVERTENCIA:
Si los pastores y líderes no evidenciamos una entrega absoluta al Señor, no produciremos creyentes comprometidos con el Señor.
Es la ley de la vida: cada uno produce “según su género” (Gén 1:11-12, 21, 24). Si los líderes de la iglesia viven vidas carnales, reproducirán creyentes carnales. ¡No es posible otra cosa! Por ende, si una iglesia está llena de creyentes no comprometidos, la culpa probablemente la tenga los líderes de esa congregación.
b. En una Entrega a la Obra (“y luego a nosotros…”, 2 Cor 8:5)
Pablo encontró, para su gran agrado, que los creyentes en estas iglesias no solo se entregaron al Señor, sino que también se entregaron a Pablo, y a su tarea apostólica, con la cual se sentían identificados. Por ende, cuando Pablo necesitaba algo, o pedía algo, estos creyentes estaban dispuestos a dárselo con liberalidad.
Lo apoyaron:
i. Enviando ofrendas (Fil 4:15-16).
ii. Predicando el evangelio (1 Tes 1:8).
iii. Dando para los pobres (2 Cor 8:1-4).
Esto indica, de parte de ellos, una gran labor cristiana. Pablo da gracias a Dios por ello, en 1 Tes 1:3
ADVERTENCIA:
Hay otra ley de la vida – ‘cosechamos lo que sembramos’. Si somos pastores, misioneros o evangelistas, pero no estamos ‘sembrando’ una vida de compromiso espiritual, no podemos esperar ‘cosechar’ dicha vida en los creyentes. Pablo cosechó este tremendo compromiso con él, en la obra, precisamente porque primero había ‘sembrado’ esta clase de entrega total al Señor, y de un compromiso absoluto con el evangelio, en Macedonia. Pablo no estaba en la obra por intereses personales – ni para ganar dinero, ni para ejercer poder y autoridad, ni para ser famoso y conocido, o popular. Su actitud hacia la obra era una de gran integridad. Por ende, ‘cosechó’ esto en la vida de los creyentes, en las iglesias que fundaba.
Conclusión
¿Cómo anda nuestro compromiso espiritual? ¿Con el Señor? ¿Con la obra?
Nuestro compromiso espiritual es lo que indica si somos verdaderos creyentes o no, y la clase de creyentes que somos.
Tomemos Fil 1:9-11 como una oración personal, y a las iglesias de Macedonia como un ejemplo y desafío personal.
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